Pionera del fact-checking
La cruzada de Laura Zommer contra las fake news

Periodista

Inteligente, aguda y radicalmente colaborativa, acaba de recibir el Premio Gabo a la Excelencia 2025 por su trabajo para combatir la desinformación.
A veces, para empezar una historia hay que hacer un chequeo. Laura Zommer no fundó Chequeado. Lo dirigió durante más de una década y lo convirtió en uno de los medios de verificación más influyentes del mundo, pero sus fundadores fueron Julio Aranovich, Roberto Lugo y José Bekinschtein: “un físico, un químico y un economista a quienes me gusta presentar como consumidores de medios desencantados, hartos de que les bajaran línea”, aclara ella.
Zommer asumió la dirección ejecutiva de Chequeado en 2012, cuando el fact-checking era un fenómeno raro y exótico. Lo dejó en 2024 convertido en referencia continental. En el medio, lideró decenas de chequeos virales, se alió con científicos, médicos, activistas y medios de todo el espectro ideológico, impulsó coberturas colaborativas durante las elecciones y se convirtió en una de las voces más influyentes del periodismo en español. Hoy es cofundadora y CEO de Factchequeado, una organización radicada en EE.UU. que combate la desinformación en español y suma más de 125 medios y organizaciones aliadas.
La noticia de su reconocimiento con el Premio Gabo a la Excelencia 2025 no sorprendió a nadie. Zommer lo recibe con orgullo, pero también como una oportunidad para reafirmar su compromiso con la lucha contra la desinformación y la defensa de un debate público basado en hechos.
El valor de los datos
Abogada de formación y periodista por vocación, Zommer no es neutral frente a la mentira. Le parece peligrosa. “La gente no solo quiere información: la necesita. Pero los dueños de las plataformas priorizan contenidos emocionales que nos dejan pegados a las pantallas. Y los líderes políticos y empresariales siempre prefirieron que los controlaran menos”, dice. Contra eso trabaja todos los días con su equipo.
Desde que Chequeado inició su camino en 2010 –cuando aún había que explicar qué era una fake news– hasta hoy, el campo evolucionó a pasos agigantados. Ella identifica tres etapas: primero, la verificación de discursos políticos identificables; después, la aparición de contenidos virales anónimos financiados por actores opacos; y ahora, una etapa dominada por narrativas desinformantes potenciadas por inteligencia artificial, que mezclan datos falsos, emociones y sesgos.
Zommer cree que la respuesta está en combinar tecnología con pensamiento crítico, y periodismo con colaboración. “No podemos aceptar la dicotomía de que informar es aburrido y entretener es frívolo. Tenemos que contar mejor. Cuando logramos conectar con las emociones, los algoritmos nos muestran más y la gente nos abraza y comparte.”
Redes contra la desinformación
LatamChequea, red que ella creó en 2014, hoy reúne a 48 medios de 21 países. La International Fact-Checking Network (IFCN), de la cual fue miembro fundacional, suma más de 160. Y Factchequeado ya tiene aliados en 24 estados de EE.UU. y Puerto Rico. ¿La lógica detrás? “Los desinformantes comparten tácticas sin distinguir países. Nosotros también debemos colaborar. La desinformación es un fenómeno global e hiperlocal a la vez. Para contrarrestarla se necesitan redes articuladas.”
En el futuro, dice, la inteligencia artificial jugará un papel cada vez más decisivo: “Sabemos que será cada vez más fácil y barato producir contenidos falsos hiperrealistas. Tenemos que usar la IA a nuestro favor para ser más rápidos en los chequeos, pero también para ayudar a las comunidades a desarrollar pensamiento crítico. Cambiar el ‘comparto por las dudas’ por el ‘como tengo dudas, no comparto’”.
Una periodista en modo arquera
Zommer no disimula su posición: el fact-checking es una forma de periodismo. “Una innovación que vuelve a las fuentes y, gracias a la tecnología, las abre para que el público también pueda chequearlas por sí mismo, incluso al periodista.”
No idealiza al periodismo, pero lo defiende como pilar de la democracia. “La democracia necesita debate plural, robusto, con hechos e ideas. Me niego a aceptar que a la gente no le importa si algo es verdadero o falso. Lo que pasa es que los entornos están armados para amplificar lo emocional. Y eso es peligroso.”
Lo ha visto de cerca. Durante la pandemia, las fake news sobre el dióxido de cloro costaron vidas. Hoy, influencers promueven curas falsas para el cáncer. “Eso sigue pasando”, advierte.
El periodismo de verificación, para Zommer, no es una moda ni una técnica. Es una herramienta de participación democrática. Una forma de ciudadanía. Un periodismo incómodo pero necesario. O como le gusta decir a ella, con una sonrisa que mezcla ironía y advertencia: “Cada persona puede ser parte del problema de la desinformación, o convertirse en arquera. Yo elijo atajar”.