Inflación y empleo
La baja de tasas está a la vuelta de la esquina
/https://newstadcdn.eleco.com.ar/media/2025/09/tasas.jpeg)
Wall Street y la Casa Blanca empujan a la Fed a iniciar un ciclo de recortes de tasas más agresivo.
La Reserva Federal está cada vez más condicionada por Wall Street y presionada por la Casa Blanca para bajar las tasas de política monetaria. Ahora, parece casi un hecho que se retomarán los recortes, pero el mercado se debate entre cuántos serán y a qué velocidad. Cabe recordar que la última reunión del FOMC fue en julio, cuando mantuvo el rango de referencia en 4,25%-4,50%, nivel que sostiene desde diciembre del año pasado. Para ese entonces, la primera revisión fuerte de empleo no había sido publicada, y el mercado laboral parecía mucho más sólido que en la actualidad. Como es de público conocimiento, la estrategia desde un principio fue controlar la inflación sin asfixiar del todo la actividad y el empleo, apuntando a un soft landing. Hasta el momento, el objetivo se viene logrando, aunque la inflación resultó más sticky de lo anticipado, lo que llevó a que las tasas contractivas se mantuvieran por más tiempo del esperado. No obstante, en estas últimas semanas, algunos factores empezaron a dar argumentos para enfocarse en la otra cara del mandato, y es ahí es donde coinciden los deseos del mercado y el gobierno de Donald Trump.
Uno de estos factores es el mismo mercado laboral, que volvió a mostrar señales de enfriamiento en agosto, como ya las había dado en julio. Recordemos que la revisión del séptimo mes del año había quitado 258 mil trabajos de la mesa entre mayo y junio. Ahora en agosto, las nóminas no agrícolas sumaron apenas 22 mil nuevos puestos, muy por debajo de los 75 mil esperados por el mercado. Esto llevó a que el promedio móvil de tres meses cayera a 29 mil, lejos de los 35 mil anteriores. Como si ello fuera poco, el reporte preliminar del Bureau of Labor Statistics revisó los empleos no agrícolas generados en el último año hasta marzo 2025 en -911 mil, muy por encima de la baja de 686 mil esperada. A esto se suma que la tasa de desempleo subió a 4,3% (de 4,2%) y el subempleo trepó a 8,1% (de 7,9%), aunque se debe señalar que esto se explica mayormente por el incremento en la participación laboral, que avanzó 0,1pp hasta 62,3%. En definitiva, este cuadro alimenta la idea de que la economía pierde tracción en un contexto donde también pesan los efectos de la nueva ofensiva comercial de Trump con mayores aranceles.
El otro factor es el nivel de actividad, que, si bien en julio mostró señales positivas, los datos esconden una dinámica que también apunta hacia un enfriamiento. En detalle, el PBI del segundo trimestre creció a una tasa anualizada del 3,3% (revisado al alza desde 3%), revirtiendo la caída del 0,5% del primer trimestre y superando el 2,6% que esperaba el mercado inicialmente, pero la mejora se explicó por un giro de la balanza comercial, que pasó de restar 4,6% en el primer trimestre a aportar 5% en el segundo. Esto significa que el repunte en la actividad provino primordialmente de una reducción de las importaciones, después de que el trimestre anterior las mismas se adelantaran aceleradamente previo a la aplicación de aranceles. Luego, es cierto que se observó un repunte del consumo, que avanzó 1,1% tras el 0,3% previo, pero ya quedó lejos del 2,7% de un año atrás, y cada vez se acerca más a terreno contractivo.
El último factor es la inflación, cuyos más recientes relevamientos sentaron las bases para un panorama de recortes. Por un lado, el IPP sorprendió con una deflación de 0,1% en agosto, cuando se esperaba una inflación de 0,3% (además se revisó a la baja el dato de julio de 0,9% a 0,7%), llevando la inflación mayorista interanual a 2,6%. Por otro lado, el IPC no fue tan positivo, pues estuvo relativamente en línea con las expectativas, pero no puso en jaque el recorte de septiembre. En concreto, la inflación general avanzó 0,4% mensual (+0,1pp vs consenso), mientras que la núcleo se mantuvo en 0,3% y la supercore bajó del 0,5% al 0,3%. En otras palabras, la inflación no disparó alarmas y tampoco muestra una desinflación contundente. Con este panorama, el mercado laboral es el que marca el pulso con señales claras de enfriamiento, y el combo termina inclinando la balanza hacia la idea de que la Fed tiene margen para iniciar el ciclo de recortes la próxima semana.
Teniendo en cuenta que el mercado descuenta con un 100% de probabilidad una baja en septiembre (89% de 25 bps y 11% de 50 bps), el foco estará en lo que puede llegar a decir Jerome Powell. En su discurso en Jackson Hole del mes pasado, el presidente de la Fed enfatizó que el organismo seguirá su postura data dependent, pero reconoció que la política monetaria actual es claramente restrictiva y que los riesgos de apretar demasiado ya pesan más que los de un recorte anticipado. Habló de la necesidad de ajustar antes de que la economía pierda demasiado impulso y dejó abierta la puerta a un ciclo de bajas más acelerado si las dinámicas continúan en esta línea, lo que el mercado interpretó como un guiño hacia la baja de tasas (se anticipan al menos 50 bps hacia fin de año con 99% de probabilidad y 75 bps con 85%). En este contexto, el comportamiento del presidente de la nación, que insistió visceralmente con un nivel de tasas más bajo (su secretario del Tesoro, Scott Bessent, hablaba de un nivel de tipos de entre 150 y 175 bps más bajo y hasta insistió con un recorte de 50 bps en septiembre), poniendo en tela de juicio la independencia de la Fed, parece haber pasado a otro plano. En resumen, dado que en los últimos meses la máxima autoridad monetaria ha decidido no ir en contra del mercado, todo pareciera alinearse para que lo escuche la próxima semana.
¿Qué significa esto desde la perspectiva del inversor? Una baja de tasas medida y anticipatoria, debería beneficiar a la renta variable inicialmente. Tomando los precios de las empresas como el valor presente de los flujos futuros, una menor tasa de descuento que no venga provocada por una recesión, debería aumentar el valor actual de dichos resultados. Por eso, con la baja en septiembre prácticamente descontada y algunas más en el horizonte, el optimismo se trasladó a los índices. Esto ha hecho que desde hace unas semanas el S&P 500, el Dow Jones y el Nasdaq Composite se encuentren oscilando entre máximos. No obstante, si bien todavía puede haber recorrido al alza, los riesgos en estos niveles de priced to perfection son claros. No solo el mercado podría verse sorprendido por una Fed que no cumpla con las expectativas en el corto plazo, sino que, aun haciéndolo, podría ser tarde. A esto se suma que el cambio de mando de la Fed en mayo 2026, cuando termina el mandato de Powell, podría ser mal recibido por el mercado si su sucesor no es visto como alguien independiente. Si ello se diera en esa dirección, es esperable que las tasas de largo plazo se desacoplen de las cortas (más influenciadas por la política de la Fed) basadas en la expectativa de inflación futura y el riesgo inherente a no tener una Reserva Federal independiente, impactando negativamente sobre el equity. Por estos motivos, aunque de corto vale la pena acompañar al mercado, en el mediano plazo parece buena idea ir tomando ganancias a la espera de una corrección.