Cambio o regreso
Hacer grande a la Argentina es tarea de todos

Secretario Ejecutivo del Consejo de Seguridad Interior del Ministerio de Seguridad Nacional.
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La gestión Milei-Bullrich devolvió al Estado su rol: proteger al ciudadano, no al delincuente.
El próximo 26 de octubre no será una jornada electoral más. Será una fecha clave para definir si la Argentina sigue avanzando en el camino del cambio real o si retrocede hacia el pasado de promesas incumplidas, clientelismo, pobreza estructural y decadencia institucional.
El presidente Javier Milei ha asumido la titánica tarea de desmantelar décadas de privilegios, corrupción y mentira. Lo hace con coraje, con una convicción inquebrantable y, por sobre todo, con la determinación de quien sabe que está en el camino correcto. En estos casi dos años ha enfrentado a sectores del poder que, acostumbrados a manipular los hilos del Estado, hoy ven peligrar sus beneficios personales. Y lo ha hecho sin ceder, sin disfrazar la verdad y con una claridad que incomoda a los mismos de siempre.
Los resultados están a la vista. En apenas un año y medio de gestión, el gobierno nacional logró ordenar lo que parecía imposible: la caída abrupta de la inflación, el tan necesario equilibrio fiscal, la baja considerable de la pobreza, el superávit financiero, la reforma del Estado cerrando más de 200 áreas del ejecutivo y reduciendo más de 40.000 la cantidad de empleados sin funciones, más de 1.700 reformas estructurales que eliminaron regulaciones innecesarias que limitaban la libertad económica y trababan la producción nacional, desregulación de mercados claves, la recuperación del crédito hipotecario y la apertura comercial con el recupero de la credibilidad internacional.
En esa misma línea, la ministra Patricia Bullrich se convirtió en un pilar fundamental del cambio que está llevando adelante el gobierno, enfrentando con firmeza a quienes durante años promovieron el caos, justificaron la violencia y entregaron las calles al delito y al narcotráfico. Su compromiso con la seguridad y el orden no es discursivo: es una decisión política que se traduce en acciones concretas, en poner el cuerpo, y en devolverle la paz a millones de argentinos que durante años vivieron con miedo.
Hoy en seguridad hablamos con resultados, no con relato. No hablamos de sensaciones sino de hechos. En los primeros 20 meses de gestión de la ministra Patricia Bullrich, logramos una reducción sostenida en la tasa de homicidios. En 2024, Argentina alcanzó la tasa de homicidios más baja de su historia: 3,8 cada 100.000 habitantes, una caída del 12,7% respecto de 2023.
Esto no solo es un récord nacional: es la tasa más baja de Sudamérica y la segunda de todo el continente, solo detrás de Canadá. Con una caída interanual que representa un avance histórico en muchas jurisdicciones críticas. Combatimos al crimen organizado de forma directa, con operativos federales coordinados y sin zonas liberadas. Y fuimos más allá: incautamos y destruimos toneladas de droga, golpeando con firmeza al narcotráfico en lugares donde antes el Estado estaba ausente. En 2023 se incautaron 7.297,80 kilos de cocaína. En 2024, 11.861,59 kilos. Un aumento del 62,54%.
Redujimos los delitos de trata simple y agravado en un 35,9% en 2024 y las violaciones y los delitos contra la integridad sexual en un 12,8%. También terminamos con los cortes eternos de calles en las marchas de los gerentes de la pobreza, que impedían a los argentinos llegar a tiempo a sus casas o lugares de trabajo. Hoy, si marchan, es en la vereda y sin violencia. Le devolvimos la seguridad y el orden a las calles.
Por primera vez en años, el delito es enfrentado con firmeza, sin complicidad ni tolerancia. El Estado volvió a estar del lado de la gente. En materia legislativa hicimos avances importantes, con el poco apoyo del Congreso que tenemos. Avanzamos con herramientas legales fundamentales: como la ley antimafias, la de reincidencia y reiterancia, a lo que se sumó el registro nacional de datos genéticos.
Los desafíos que se vienen son enormes; más que nunca debemos acompañar y darle al gobierno el apoyo que necesita en el Congreso para lograrlos. Es necesario avanzar con la reforma del Código Penal, la ley penal juvenil y la implementación del régimen acusatorio en la Justicia Federal.
Todas iniciativas que apuntan a tener una Justicia más rápida y actualizada. Esta elección no solo definirá bancas en el Congreso. Será una señal clara de respaldo o rechazo al cambio profundo que está en marcha. Y es clave que el Congreso le dé al Gobierno las herramientas necesarias para seguir avanzando con las reformas que tanto tiempo fueron postergadas por intereses partidarios o corporativos.
No se trata de ideologías ni de etiquetas. Se trata de cambiar el país para que los jóvenes elijan quedarse y no la salida por Ezeiza. Ya sufrimos las consecuencias de los que vendían relato mientras hundían al país en la inflación, la pobreza y la inseguridad.
Esta vez no podemos fallar. El esfuerzo tiene que valer la pena. No podemos volver atrás. El desafío es enorme, pero la oportunidad es real. Hacer grande a la Argentina no es el sueño de uno solo: es el deber de toda una generación.