Legado de las burbujas mendocinas
Guaymallén, tierra de espumantes argentinos

Sommelier.

El Este de Gran Mendoza quiere volver a ser cuna de grandes espumantes, reivindicando su industria, historia y calidad.
A solo minutos de la ciudad de Mendoza, Guaymallén no solo concentra algunas de las plantas más modernas para la elaboración de espumantes, sino también los orígenes de grandes monstros vitivinícolas. Aquí se ubican desde hace décadas bodegas que marcaron el rumbo del espumante local:
Chandon Argentina: si bien sus viñedos están en Agrelo, gran parte de su infraestructura industrial se consolidó en Guaymallén.
Bodegas López: pionera en métodos tradicionales, también desarrolló líneas de espumantes elaboradas y fraccionadas en esta zona.
Bianchi, Norton y otras marcas líderes tienen plantas de logísticas y técnicas en Guaymallén o alrededores.
El primer espumante de la Argentina fue elaborado en 1902 en este departamento, precisamente en la Bodega Santa Ana y gracias al espíritu creativo del inmigrante alemán Carlos Kalles y del italiano Luigi Tirasso.
El vino espumante forma parte de la historia de Guaymallén. En este sitio, en 1890, se radicó este inmigrante alemán, quien se instaló en la conocida Bodega Santa Ana. Dos años después comenzó a explorar la producción de espumante y consiguió desarrollarlo diez años más tarde. En 1902, hizo su presentación en la Capital Federal. Desde ese entonces, en Argentina tenemos la posibilidad de consumir, aparte del champagne o espumante francés, el espumante argentino.

El departamento es sede de más de 15 establecimientos elaboradores de espumantes, con una producción de 10 millones de botellas al año.
Además, es líder en la Región Cuyana y forma parte del segundo cinturón verde del país en la producción de verduras y hortalizas.
Representa el 30% de la floricultura provincial, con 20 hectáreas al aire libre y 8 destinadas a flores de invernadero; siendo las principales especies claveles, montoneras, crisantemos y astromelias.
El camote, producto ícono departamental, ha sido certificado como uno de los de mejor calidad en Argentina y el mundo, destacándose por su consistencia, sabor y cremosidad.
Cuenta con alrededor de 800 hectáreas de olivos cultivadas, produciendo 3.240.000kg de aceitunas y 450.000 kg de aceite de oliva anuales. Y es cuna de inspiración de grandes artistas plásticos, poetas y músicos.
Aunque hoy la urbanización avanza, algo que pasa en toda la provincia y preocupa, Guaymallén supo tener viñedos de uvas blancas históricas —como Chenin, Ugni Blanc y Chardonnay— que abastecieron durante años a elaboradores de espumantes.
En los años ‘70 y ‘80, muchas de estas uvas se utilizaban para vinos base, fermentados en tanques de acero inoxidable en plantas locales. Si bien hoy los viñedos se replegaron a otras zonas, la memoria vitivinícola del lugar sigue viva.
También debemos contar que era una zona de grandes volúmenes, en esa época no estaba la pluma tan fina y las pretensiones y demanda de consumo también proponían otra experiencia. Nada que ver a lo que estamos viviendo hoy que, gracias al perfeccionamiento de esto que les menciono, porque alguien tuvo que asentar las bases, formar e impulsar crecimiento y calidad, nos encontramos en amplia gama de productos muy bien logrados.
Mientras el consumidor pareciera ir en camino de la autenticidad y originalidad, Guaymallén se destaca como una denominación emocional más que geográfica: es emblema de espumantes que nacieron con historia y crecieron con mucha profesionalidad. como si fuera, hablando mal y pronto, la “vieja escuela”, me atrevo a decir junto con San Rafael, de los espumantes. En la actualidad el barco navegó hacia otras aguas con el fin de explorar otras zonas. como si fuera una especie de búsqueda que está dando grande resultados.
En los últimos años, jóvenes productores, enólogos independientes y pequeños proyectos, están reivindicando a Guaymallén como lo que supo ser: un territorio con identidad. Ya sea elaborando en pequeñas plantas urbanas o recuperando espacios industriales en desuso, el espumante vuelve a ser símbolo de orgullo local.
Hasta existen iniciativas para promover un "Camino de las Burbujas" en el Este del Gran Mendoza, donde Guaymallén ocupa un lugar estratégico como nexo entre la historia, la técnica y la innovación.
En conclusión, si Mendoza es la capital del vino argentino, Guaymallén tranquilamente puede considerarse una de las zonas pioneras de las burbujas. Este departamento ha sido el epicentro industrial y técnico de algunos de los espumantes más importantes del país desde hace más de medio siglo. No olvidemos su valor patrimonial y gran historia.
https://www.guaymallen.gob.ar/
¡Chin Chin!