Elecciones bonaerenses
Frente opositor: el PRO se resignó y Javier Milei lidera Buenos Aires

Periodista y Director de Newstad

Las negociaciones de Sebastián Pareja y las apuestas en La Matanza. Jorge Macri busca contener y Bahía Blanca en crisis.
La política, cuando cambia de piel, lo hace sin pedir permiso y en la medida de lo posible, sin que se note. En la provincia de Buenos Aires, La Libertad Avanza no entró por la puerta: la tiró abajo porque justamente en los violetas faltan políticos y sus formas, y sobran estridentes sin protocolo que quieren cambiar el panorama a su manera. Así entro LLA en Buenos Aires dos años atrás y así pretende presentarse formalmente en tres meses. A las patadas en Buenos Aires. Lo que encontró adentro fue un PRO sin reflejos, sin estructura y, sobre todo, sin conducción.
Mauricio Macri perdió Buenos Aires. Es una realidad, su partido no va a competir en las elecciones de septiembre y es ahora la rémora de un tiburón violeta llamado La Libertad Avanza. Eso es un hecho, no sabemos entonces si ese tiburón logrará su objetivo o habrá sido un intento espasmódico y brutalmente exitoso como lo fue Francisco De Narváez en 2009. Como siempre es importante recordar que la política es una maratón de 42 kilómetros, no los cien metros llanos, y que
Mauricio Macri, que había fundado el partido para dar batalla territorial, abandonó el juego cuando entendió que no tenía soldados dispuestos a pelear. Jorge Macri, absorbido por la gestión porteña, se replegó sin resistencia y delega sus intenciones en algunos intendentes de peso relativo, como Soledad Martínez (por Vicente López), Pablo Petrecca (por Junín), Javier Martínez (por Pergamino), María José Gentile (por 9 de Julio), y Diego Reyes (por Puan). Jorge Macri hace esfuerzos por contener pero el salto de Diego Valenzuela y Diego Santilli al violetismo más nítido lo dejaron en off side y busca volver a la posición de juego.

Los que quedaron homenajean a Marcel Marceau sin emitir sonido. En ese silencio sepulcral, Javier Milei no ofreció una coalición: ofreció una forma de poder a su estilo. No negocia, impone y si no aceptan va a la guerra. No sabemos si es un método positivo, pero sí sabemos que es hasta ahora infalible. Y su herramienta en la provincia se llama Sebastián Pareja. Brazo ejecutor de Karina Milei, arquitecto territorial de LLA, Pareja no juega al equilibrio ni al consenso. En pocos meses, organizó el distrito como el PRO nunca pudo: sin intendentes, sin punteros, sin fichas prestadas. Propio o nada.
Hay algunos problemas concretos de posicionamiento como Bahía Blanca, donde Oscar Libermann tiene veto por recomendaciones varias y empuja Daniel Adler, el experto en seguridad y narcotráfico que viene buscando su lugar en un distrito clave con puerto, algo que genera un interés supino en materia de comercio y narcotráfico. Santiago Caputo intenta impulsar candidatos en cada sección electoral y coincide menos de lo que se sabe con Parejas.

Lo mismo corre para La Matanza, donde Leila Gianni camina sin pausa el partido donde el Peronismo se siente intocable. La dirigente estuvo en el evento anual de ACDE (Asociación Cristiana de Dirigentes Empresarios) conversando con distintos representantes. Tiene apoyo explicito de Javier Milei, es quien milita su causa matancera. Dentro del Peronismo local no le dan relevancia. “No va a haber batacazo, serán los mismos 25 puntos de siempre”, advierten.
Los que no dudan en aceptar su multicolor posicionamiento son Diego Santilli y Cristian Ritondo, figuras relevantes del armado amarillo, aceptaron su mudanza con gestos disimulados. Acompañan, apoyan, pero ya no mandan. No lideran listas ni fijan condiciones. Son hombres de peso, muy útiles para LLA que no conoce la territorialidad ni prácticamente los Concejos Deliberantes del interior, ahí donde todo se cocina y poco se investiga. Santilli y Ritondo saben mucho, y ni que hablar de Alex Campbell, senador que fue mano armador del espacio en su estado más embrionario y sigue en contacto con los referentes de cada sección electoral.
Y sin embargo, ni siquiera dentro de La Libertad Avanza hay unanimidad. El poder se ejerce con lógica binaria, pero las discusiones existen. Santiago Caputo, asesor todoterreno y figura clave en el universo Milei, no siempre coincide con las formas del círculo más cerrado. Sus disidencias son discretas, pero reales. Mientras Karina y Pareja apuestan por un control absoluto del armado, Caputo intenta preservar ciertos equilibrios, cierta capacidad de diálogo con figuras externas. La tensión no es abierta, pero subyace. A veces, basta con leer los silencios.
También hay ruidos internos más ásperos. La diputada Marcela Pagano, alguna vez cercana al Presidente, fue apartada de los espacios de decisión. No participa de las mesas, no influye, no cuenta ni va a renovar su banca. “Está muerta en vida”, la definen cerca de Javier Milei. La gota que colmó el vaso fue la figura de su pareja, Franco Bindi, de vínculos comprobados con Lázaro Báez y acusado de operar como testaferro K, hostigando dirigentes en redes sociales. En el universo libertario, esa cercanía es imperdonable. Milei dejó de seguirla en redes: no fue un descuido, fue un mensaje.

Mientras tanto, el PRO bonaerense queda reducido a una estructura nominal. Para entender su caída basta revisar las últimas cinco elecciones. En 2007 y 2011, arañó los 15 puntos, siempre tercero. En 2015, María Eugenia Vidal dio el golpe histórico: ganó con 39 % y gobernó cuatro años. Fue el único ciclo de hegemonía. En 2019, Kicillof le devolvió el golpe con 14 puntos de ventaja. Y en 2023, Grindetti quedó lejos: 26 %, segundo. Lo dramático fue que Carolina Píparo, con apenas dos años de armado libertario, sacó 24 %. Un empate técnico con el sello nuevo.
El problema no fue solo perder, fue no entender por qué perdían. La histórica frase de José María Vernet lo resume con precisión quirúrgica: “el problema no es perder, sino la cara de boludo que te queda”. Jorge Luis Borges no lo podría haber definido mejor. Sin conducción, sin relato, sin identidad, el PRO bonaerense se vació y hoy busca cobijo entre las migas de lo que fue un partido competitivo. Hoy es una sigla ocupada por figuras sueltas que buscan preservar lo propio.
Milei lo supo leer y tuvo como el mago Cacarulo, mitad capacidad de mago. No busca compartir electorado con el PRO, ese es tal vez el error del partido amarillo. La interpretación de Milei es distinta: no supieron resolver los problemas de la gente, ahora los resuelvo yo con mi gente y mi estilo. Con menos estructura, más convicción y menos modales, es así LLA. Con menos nombres conocidos, pero con más hambre. En el conurbano, eso pesa más que los CV.