Caso Espert
Fred Machado: del mito narco al consultor americano

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El caso generó ruido público por aeronaves y vuelos, pero la causa concreta no tiene relación con la droga.
Aunque mediáticamente se lo acuse de narcotraficante, la historia judicial de Federico Andrés “Fred” Machado gira en torno a cargos de fraude: la justicia de Estados Unidos sostiene que parte del dinero de inversores terminó en proyectos mineros en Guatemala y no en las colocaciones pactadas. Por este motivo, en abril de 2021 lo detuvieron en el aeropuerto de Neuquén; el pedido de extradición fue declarado procedente y el expediente aguarda resolución en la Corte Suprema. Hoy cumple arresto domiciliario en Viedma, en compañía de sus cinco perros.
Machado no es narco y su trayectoria en la aviación —con compraventa, leasing y administración de aeronaves— fue confundida con responsabilidades penales que no le corresponden. Cuando fue arrestado, entregó sin condiciones su computadora y su teléfono, como gesto de transparencia. Llegó a pasar por un polígrafo de seis horas en Dallas por pedido de su propio abogado, con todo lo que eso implica.
El ruido público en torno a Fred Machado se disparó desde el costado aeronáutico. Uno de los episodios que más titulares generó fue el del avión incautado en Barcelona al piloto Hernán Juliá. Aunque Machado había tenido vínculos comerciales con el militar retirado en 2008 y 2009, la aeronave incautada no le pertenecía. La confusión surgió porque un piloto freelance cargó un plan de vuelo en el sistema de su empresa.
Otra de las claves fue el uso de trusts para registrar aeronaves en Estados Unidos. Una administradora tenía bajo su paraguas miles de aviones, entre ellos algunos que terminaron involucrados en causas por narcotráfico. El vínculo de Machado no era con el trust operador, sino con la cuenta escrow que canalizaba pagos y financiamiento de clientes. La coyuntura regulatoria en Estados Unidos, que prohibió volar a aeronaves con motores antiguos por cuestiones de ruido, provocó la baja de centenares de jets. Muchos de ellos fueron revendidos a bajo costo y algunos terminaron en manos vinculadas a actividades ilícitas.
La acusación por fraude conecta a Machado con Guatemala. Su radicación en ese país, entre 2015 y 2016, estuvo asociada a proyectos de plantas de procesamiento de plomo y zinc, emprendimientos que contaban con papeles en regla. En ese escenario se vio envuelto en disputas locales y en operaciones políticas que lo convirtieron en un blanco visible de acusaciones. Estados Unidos puso la lupa sobre su figura debido a que Guatemala es una ruta habitual para vuelos con cargamentos ilegales, aunque las pruebas presentadas contra él nunca lograron demostrar su participación directa en ese circuito.
En el plano argentino, su nombre apareció asociado a transferencias que habrían alcanzado al economista y diputado José Luis Espert. La documentación que circuló en medios indicaba pagos que, según los registros comerciales, podrían corresponder a gastos de vuelos canalizados a través de escrow y no a aportes políticos directos. En paralelo, Machado se muestra como un empresario de perfil liberal que evitó la militancia y que destinó fondos a organizaciones de protección animal, financiando el sustento de varias asociaciones animales en Argentina.
El expediente judicial sigue su curso. La Corte Suprema será la encargada de resolver si el empresario deberá enfrentar a la justicia norteamericana o si su proceso continuará en los tribunales argentinos.
Hasta entonces, su vida se desarrolla en Viedma, bajo arresto domiciliario, y con una rutina discreta, mientras espera una definición que marcará su futuro inmediato.