¿Peronismo gorila?
El Peronismo busca evitar el "odio a los pobres" por votar a Milei

Periodista y Director de Newstad

Javier Milei sostiene alta imagen en el Conurbano a pesar del ajuste. El factor CFK y la estrategia de Máximo Kirchner.
Los pobres hicieron que el Peronismo llegue al poder ochenta años atrás. También los que lo sostuvieron y los que se multiplicaron gracias al Peronismo, y finalmente los que lo despidieron en 2023 después del corso a contramano que fue el Frente de Todos. Esa falta de acompañamiento de los más vulnerables al partido de Juan Perón despierta rencor en parte de la dirigencia. Se percibe y se analiza en los equipos de campaña: necesitan a los pobres, y los pobres no los van a votar como antes. Pánico en el PJ.
Fueron 12.500 millones de dólares en 2023 los que el Peronismo gastó en la mal llamada “inversión social”. Los planes platita de Sergio Massa y Cristina Kirchner en su momento no sirvieron, la inflación de disparó y sirvió de alfombra roja para que Javier Milei se haga presidente en tiempo récord. Los pobres no votaron Peronismo, y el Peronismo dejó quebrado al Estado para que los pobres lo voten. Una relación de síndrome de Estocolmo que se rompió y vuelve a crujir ahora.
El Peronismo empieza a corroborar en estudios privados que los pobres no hacen responsable a Javier Milei por su deterioro. Saben entonces que antes de la instalación del liberalismo nacional, ya en Morón ganó el balotaje, en Tigre también, el corredor norte entero acompañó al economista y ahora los estudios internos del equipo de campaña de la propia Cristina Kirchner le confirmaron que la forma de no perder era jugando en la tercera sección electoral, donde la pobreza rebalsa y el Peronismo gobierna sin margen de error prácticamente hace cuarenta años.
Las maldades están a la orden del día. Axel Kicillof le armó un espacio vecinal al Peronismo de Martín Insaurralde juntando todo lo que no sea parte del esquema municipal. “Cuando tirás el medio mundo capaz viene un pez, y una bota, una remera, una rueda, viene todo”, bromeó un armador bonaerense en diálogo con este cronista. Insaurralde está vacío, terminada su pasión oceánica y con un futuro judicial complicado, hoy elige el bajo perfil a diferencia de Sofía Clerici, quien sostiene posteos exhibiendo una vida de emperatriz, algo que ningún fiscal de Argentina debe ver.
“La debilidad es total, cómo vas a ir a contarle al Gato Sylvestre que sos candidata, es un mensaje a la justicia y al Gobierno por si la proscriben”. La reflexión llega de La Matanza, ahí donde se cuece la política Peronista y se respira el internismo entre el gobernador y la ex Presidente. La debilidad también es un síntoma del tiempo que atraviesa el partido de Juan Perón, donde la diáspora del voto de menores ingresos prende las luces de alarma y es un hecho.
Las Fuerzas del Cielo tendrán a Leila Gianni, sostenida por Javier Milei, y a Tronco, el visceral colega de Neura, entre otros. Una campaña con la figura del Presidente como protagonista buscará la polarización con Cristina Kirchner. El desdoblamiento fue un error y lo reconocen desde el búnker de Axel Kicillof, pero está ya hecho y ahora es momento de enfrentar las recorridas por la enorme Buenos Aires para evitar el fracaso.
Un sector de la dirigencia Peronista intenta combinar mística con optimismo, un oxímoron en el partido de Juan Perón, donde empiezan a habitar el rencor de percibir la falta de voto de los sectores más pobres. No hay hoy una certeza de que Cristina Kirchner pueda ganar La Matanza con más votos que los que obtuvo Sergio Massa en la primera vuelta, con 47%. Un voto menos que eso sería el epitafio de una forma de pensar, liderar y construir que le fue muy eficaz a la ex presidente Kirchner.
“Caminamos separados, pero tiene que haber unidad en octubre sea como sea el resultado, a nadie le sirve y nadie tiene los fierros hoy para ganar la provincia divididos”. Lo plantea un Peronista que trabaja hoy para que Axel Kicillof sea Presidente en dos años, pero que cumple con el manual impuesto a sabiendas de que el voto de los pobres no es lo que era. Fernando Espinoza logró elecciones de sesenta puntos, hoy Cristina Kirchner sueña con descorchar champagne si llega al 50% con Javier Milei como protagonista del escenario político.
Facundo Tignanelli tiene el desafío intacto del triunfo: deberá evitar una derrota junto a Máximo Kirchner, tal como la sufrió en el colegio de abogados. Menudo desafío para 2025 en la dupla que con dogmatismo explica que sin Cristina no hay nada, pero que obtura el diálogo con el gobernador bonaerense. Sabe Tignanelli y más aún Kirchner que si los resultados les son esquivos, el desierto será eterno para ambos.
Los intendentes no quieren que Sergio Massa encabece la primera sección electoral y consideran que la jugada de Cristina es esencialmente cómoda. Juega donde sabe que puede ganar con margen, y no exponerse a una derrota. Las testimoniales son peligrosas y generan un gusto amargo: lo hizo Néstor Kirchner en 2009 contra Francisco De Narváez, tal vez el más eficaz y efímero experimento de un outsider de la política en Buenos Aires. Con Gustavo Ferrari y un puñado de dirigentes le ganaron a toda la estructura del PJ. Puede volver a pasar.
Los interrogantes son variados y todos interesantes. Si no hay septiembre, qué habrá en octubre. Si Cristina Kirchner no supera los votos de Sergio Massa, con qué pergaminos buscará Máximo Kirchner seguir liderando el PJ.