El auge de los líderes que gobiernan a los gritos
El peligro de la política del exabrupto: cuando el liderazgo se convierte en un espectáculo de agresión

Periodista

Insultos, descalificación y autoritarismo se imponen como nueva estrategia de poder. Lejos de fortalecer la democracia, alimentan la polarización y la violencia. En un mundo en crisis, es urgente recuperar el liderazgo basado en respeto y autoridad moral.
En el actual panorama político global, se observa una preocupante tendencia: líderes de diversas naciones adoptan estilos de liderazgo marcados por la agresividad, el autoritarismo y el uso de un lenguaje vulgar. Este fenómeno no solo erosiona las normas democráticas, sino que también exacerba la polarización y la violencia en sociedades ya tensionadas.
Liderazgo agresivo en la escena internacional
Un ejemplo actual es el enfrentamiento público entre el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, y su homólogo ucraniano, Volodymyr Zelensky, en la Casa Blanca. Lo que debía ser una reunión diplomática se transformó en una confrontación televisada, donde Trump y su vicepresidente, JD Vance, reprocharon a Zelensky su supuesta ingratitud y lo presionaron para aceptar un acuerdo de paz en términos favorables a Washington. Este incidente no solo deterioró las relaciones bilaterales, sino que también envió un mensaje de intimidación y desdén hacia un aliado en conflicto.
En nuestro país el presidente Javier Milei ha adoptado un estilo confrontativo, caracterizado por insultos y descalificaciones hacia sus adversarios políticos y diversos sectores de la sociedad. Sus declaraciones, que incluyen términos ofensivos y denigrantes, han generado controversia y críticas tanto a nivel nacional como internacional. En estos días generó controversia que su gobierno haya implementado normativas que restablecen términos obsoletos y peyorativos para clasificar la discapacidad intelectual.
En Alemania, Friedrich Merz, líder de la CDU, ha sido conocido por su carácter conflictivo y estilo desafiante. Su liderazgo se enmarca en una época política descrita por el historiador Christopher Clark como dominada por líderes agresivos y prepotentes, que recurren a la provocación y manipulación mediática.
La importancia de un liderazgo basado en valores
La adopción de estilos de liderazgo agresivos y autoritarios tiene consecuencias profundas en la cohesión social y la salud democrática de las naciones. El uso de un lenguaje vulgar y despectivo por parte de figuras de autoridad no solo normaliza la violencia verbal, sino que también legitima comportamientos discriminatorios y polarizantes entre la ciudadanía.
Un liderazgo efectivo y ético debe fundamentarse en la autoridad moral, el respeto y la empatía. Los líderes tienen la responsabilidad de ser modelos de conducta, promoviendo el diálogo constructivo y la inclusión. En un mundo ya convulsionado por conflictos y divisiones, es imperativo que quienes ostentan posiciones de poder contribuyan a la pacificación y al entendimiento mutuo, en lugar de avivar las llamas de la discordia.
La historia ha demostrado que los líderes que inspiran desde la integridad y el respeto logran construir sociedades más justas y cohesionadas. Por el contrario, aquellos que gobiernan mediante el miedo y la agresión siembran las semillas de la desconfianza y el resentimiento. Es momento de reflexionar sobre el tipo de liderazgo que nuestras sociedades necesitan y merecen, y abogar por una conducción que eleve los valores humanos fundamentales por encima de la retórica incendiaria.