La trampa del temor
El miedo como arma: cómo las campañas sucias manipulan a los votantes

Psiquiatra

Las campañas políticas usan el miedo para manipular votantes, activar prejuicios y empobrecer el debate público.
En contextos electorales, como las legislativas porteñas de mayo de 2025, figuras como Javier Milei y su candidato en CABA, Manuel Adorni, enfrentan ataques que los tildan de “locos”, “peligrosos”, “insensibles” e “inestables”. Estas acusaciones, propias de tácticas negativas, buscan generar rechazo al activar temores profundos. Desde la psiquiatría, exploramos por qué el temor es una herramienta eficaz en campañas sucias, cómo manipula los instintos más básicos, y por qué, en una sociedad agotada pero esperanzada en el cambio que representa Milei, estas maniobras empobrecen el debate político y perpetúan prejuicios sobre la salud mental.
El temor: una manipulación instintiva
El temor es una respuesta evolutiva mediada por la amígdala, una región del cerebro que detecta amenazas y desencadena la liberación de cortisol y adrenalina, preparando el cuerpo para la “lucha o huida”. Este sistema, diseñado para protegernos de peligros físicos, es explotado en política para generar rechazo visceral. Figuras disruptivas como Milei, que cuestiona a la casta política, o Adorni, con su retórica filosa, son presentadas como riesgos para la estabilidad. Estrategias negativas, impulsadas por Antoni Gutiérrez-Rubí –quien asesoró a Massa en 2023 y ahora al PRO–, usan hashtags como #MileiLoco o #AdorniEsMilei en X para insinuar inestabilidad mental, sin evidencia clínica (DSM-5). Estas tácticas activan un ciclo de temor y ansiedad, con pensamientos recurrentes, irritabilidad y aversión instintiva. En una sociedad cansada por años de crisis, donde Milei encarna una esperanza de cambio, este enfoque transforma la confianza en inquietud. Un estudio de la Universidad de Buenos Aires (2023) revela que el 28% de los argentinos reporta síntomas de ansiedad durante campañas políticas polarizadas, un dato que refleja el impacto de estas manipulaciones.
La falta de propuestas y el refugio en el temor
Pareciera que la oposición, sin argumentos sólidos frente a la gestión de Milei, recurre al temor como arma psicológica. Leandro Santoro, con un video que desarma la motosierra de Milei en el Hospital Garrahan y la Facultad de Derecho, bajo el lema “Paremos con la crueldad”, pinta a Adorni como desalmado, sugiriendo recortes en servicios públicos. Silvia Lospennato, por su parte, insinúa que la caída del proyecto de ficha limpia –que buscaba excluir a condenados por corrupción– fue por un pacto entre Milei y el kirchnerismo, alimentando miedo a una alianza oculta. Ambos candidatos, sin una agenda clara, contrastan con Adorni, que propone bajar el gasto público y devolver libertades. Estas narrativas, diseñadas por Gutiérrez-Rubí, repiten la estrategia fallida de 2023 contra Milei, insistiendo en que “encarnan todo lo que te dañará”. En una Buenos Aires estancada, con impuestos en alza y burocracia desmedida, el temor reemplaza las ideas, reduciendo el debate legislativo a un intercambio de acusaciones que esquiva problemas como la inseguridad.
El peso del temor en una sociedad frágil
Las campañas sucias buscan instalar rechazo en el electorado subestimando su capacidad de análisis, manipulando con temor en lugar de apelar a la razón. En una sociedad golpeada por décadas de desencanto, que ve en Milei una posibilidad de cambio, estas tácticas son especialmente cínicas. Desde la psiquiatría, sabemos que el temor prolongado alimenta la ansiedad, que afecta al 20% de los argentinos (Sociedad Argentina de Psiquiatría, 2024), y el 60% de quienes la padecen evita buscar ayuda por miedo al rechazo social (OMS). Tildar a Milei y Adorni de “locos” refuerza la discriminación contra trastornos mentales, con un 40% de los afectados enfrentando prejuicios laborales o sociales (Fundación Argentina de Psiquiatría, 2024). Iniciativas como #TeAcompañamos (2023), #RompamosElSilencio (2024) y #HablemosDeAnsiedad (2025) luchan por desarmar estos sesgos, pero las estrategias políticas los agravan, afectando tanto a líderes como a ciudadanos. Este enfoque frena un debate legislativo constructivo, dejando a la sociedad más ansiosa y sin respuestas.
Por qué el temor sigue funcionando
El temor es efectivo en política porque apela a reacciones instintivas, pero su uso refleja una pobreza intelectual. Gutiérrez-Rubí insiste en una táctica que no funcionó en 2023 porque explota la biología humana, no la razón. Es más fácil generar miedo que construir propuestas, sobre todo cuando no hay nada para ofrecer. El costo es alto: una sociedad más tensa, un debate político vacío y una discriminación reforzada contra la salud mental. La política debería apuntar a ideas que sumen, no a maniobras que manipulan los instintos más básicos para controlar a los votantes.
Conclusión
Las campañas sucias que usan el temor para atacar a figuras como Milei y Adorni muestran una política sin ideas, que prefiere manipular antes que proponer. Desde la psiquiatría, criticamos estas tácticas que explotan la fragilidad de una sociedad y perpetúan la discriminación contra la salud mental. Más allá de elecciones puntuales, como las de Buenos Aires, el desafío es construir una democracia que apueste al diálogo y a las soluciones, no al miedo que divide. Educar sobre la mente y exigir propuestas concretas es el camino para una política que inspire confianza, no que siembre desconfianza.