Seguir la ruta o enfrentar el abismo
El eco de lo que elegimos: ¿Por qué sigo acá, odio mi zona de confort?

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La chispa del laburo se apagó. Entre la jaula de oro del sueldo y el miedo al salto. ¿Cómo volver a lo que nos mueve?
El peso de la rutina y el desgaste
Llegar a los 40 y pico es como frenar en medio de un viaje largo: mirás el mapa y te preguntás si vas por el camino correcto. El trabajo, que alguna vez brillaba con promesas, se volvió un loop agotador. La rutina, antes un refugio, ahora es una trampa. No hay desafíos nuevos, no hay sensación de avanzar, solo un techo invisible que aplasta. Esa "zona de confort" que parecía segura se transformó en una jaula silenciosa. "Hago lo mismo todos los días, pero ya no sé para qué", se escucha en charlas con amigos, en sobremesas, en el silencio de la noche. Los años de experiencia, aunque valiosos, pesan como un lastre si no están alineados con lo que hoy te prende. Ese desgaste no queda en la oficina; se cuela en la vida, dejando un vacío que cuesta nombrar.
Cuando la cabeza y el corazón no se hablan
La desmotivación no es un mal día. Es un nudo en el pecho al entrar a la oficina, es despertarte con la cabeza a mil, es sentir que estás obligado a seguir en algo que ya no sos vos. La ansiedad aparece cuando la cabeza te empuja a seguir, pero el corazón se resiste. La depresión se asoma cuando el sentido se pierde del todo. Como dice Viktor Frankl en El hombre en busca de sentido, sin un propósito, la vida se siente hueca. Y cuando el trabajo, que ocupa tanto de nuestro tiempo, deja de darnos ese "para qué", la angustia se hace compañera. La pregunta no es solo "por qué sigo acá", sino "quién soy si no estoy acá". Simon Sinek, en Empieza con el porqué, lo plantea claro: necesitamos conectar con lo que nos impulsa de verdad, no solo con lo que paga las cuentas. Sin ese "porqué", el trabajo se vuelve un eco vacío.
El espejismo de la seguridad
¿Por qué seguimos? Por el sueldo, claro. Esa jaula dorada que brilla con la promesa de estabilidad, pero que cobra un precio alto: tu paz mental. "Más vale malo conocido", pensás, mientras pagás las cuentas, la cuota del auto, el colegio de los chicos. Pero aferrarte a esa seguridad tiene un costo que no se mide en pesos. Renunciar da vértigo: ¿y si no encuentro nada? ¿Y si la cago? El espejismo del sueldo fijo te mantiene atado, aunque el día a día te consuma. El Estudio Harvard sobre el Desarrollo Adulto lo desmiente: la felicidad no está en la plata, sino en las relaciones y en sentir que aportás algo. Quedarte por el sueldo puede ser práctico, pero ¿a qué costo emocional?
El eco del futuro: el miedo a la jubilación
A los 40 y pico, la jubilación empieza a asomarse como un horizonte lejano pero real. ¿Qué pasa cuando el trabajo, que fue tu identidad por años, se termina? El miedo a quedar sin propósito, sin rutina, sin algo que te defina es paralizante. Algunos se preguntan si lo que construyeron valió la pena; otros temen no tener suficiente para el futuro, económica o emocionalmente. Este miedo refuerza la inercia: quedarse en lo conocido, aunque no llene, parece menos arriesgado que dar un salto al vacío. Pero aferrarte a un trabajo que te pesa no te prepara mejor para ese futuro; solo posterga la pregunta.
Aceptar y reencuadrar: un nuevo comienzo
Llegar a este punto implica aceptar que algunos sueños –dinero, éxito, reconocimiento– no se cumplieron como esperabas. Pero esa aceptación no es rendirse; es abrir la puerta a algo nuevo. No siempre hay que tirar todo por la borda. A veces, el cambio está en encontrar un nuevo "porqué" en lo que hacés: un proyecto que te motive, un rol que te desafíe, o una nueva mirada. Como dice Sinek, el "porqué" es el motor que da sentido a lo que hacés. Quizás el éxito no es un ascenso, sino irte a dormir con la conciencia tranquila. Replantear el éxito es liberador: puede ser contribuir a una causa, aprender algo nuevo o equilibrar mejor el trabajo con la vida personal.
Vocación versus realidad: ¿se puede volver atrás?
La vocación, ese fuego que te empujó alguna vez, puede estar enterrada bajo años de pragmatismo. ¿Se puede recuperar? No siempre, pero sí se puede encontrar un punto medio. Capacitarte en algo que te intrigue, probar un proyecto paralelo o renegociar tu rol actual son formas de reconectar. A veces, la vocación no está en el trabajo, sino en lo que te permite: tiempo para un hobby, recursos para viajar, estabilidad para tu familia. Pero también hay que ser honesto: si el trabajo actual no da para más, quizás sea hora de explorar otro rumbo. No se trata de volver a los 20, sino de preguntarte: ¿qué me prende hoy?
Estrategias para moverse
No hace falta un cambio épico para salir del estancamiento. Acá van algunas ideas prácticas:
- Buscá pequeñas victorias: Encontrá algo en tu trabajo que todavía te guste, aunque sea mínimo, y hacelo crecer.
- Desafiá la rutina: Proponé un proyecto nuevo, aprendé algo diferente o pedí un cambio de responsabilidades.
- Seguí aprendiendo: Un curso, un libro, un taller. Crecer te recuerda que podés.
- Conectá con tu impacto: Pensá cómo tu trabajo, aunque sea en lo pequeño, aporta a algo más grande. Si no lo encontrás, quizás sea hora de buscar otro rumbo.
- Armá una red: Charlar con colegas, mentores o amigos del rubro te da perspectiva y te abre puertas.
- Cuidarte: La terapia puede ayudarte a desenredar la angustia y a entender qué querés de verdad.
- Redefiní tu impacto: Inspirado en Sinek, preguntate: ¿cuál es el "porqué" detrás de lo que hacés? Si no lo encontrás, buscá dónde sí puedas aportar valor.
La crisis de los 40 y pico es más que un mal momento; es una chance de replantear todo. Escuchar ese eco que pregunta "por qué sigo acá" es el primer paso. No se trata de tirar todo, sino de decidir con coraje: ¿seguís en el mismo camino o creás uno nuevo? Como dice Simon Sinek, "trabajar duro en algo que no nos importa se llama estrés; trabajar duro en algo que amamos se llama pasión". La vida que queda merece tener sentido. El cambio no es fácil, pero quedarse atrapado en un trabajo que te apaga es aún más caro. ¿Qué paso vas a dar hoy para que ese eco sea una guía y no un peso?
Próximo eco: En nuestro próximo encuentro, exploraremos el "nido vacío" y el reencuentro con tu pareja, un nuevo capítulo donde los roles se redefinen y la conexión se profundiza.