Opinión
El doble reto de un candidato joven: renovar la política y rescatar a los desencantados
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Nicolás Massano, candidato de 23 años por el partido Potencia hace un análisis a corazón abierto de los desafíos que afronta haciendo campaña cara a cara con el votante desilusionado.
Tenemos una ciudadanía que exige mucho y una política que responde poco. Pero no es solo el hecho de la falta de representación lo que hace a la apatía política, sino las consecuencias de una mala gestión pública. A su vez, a diferencia de lo que muchos creen, el no votar también es una forma de ejercer la democracia.
Es una respuesta o un cuestionamiento a los partidos tradicionales, también La Libertad Avanza: son los mismos de siempre. Son las mismas caras de hace 20, 30, 40 o 50 años.Si bien hay ciertas personas que hacen a la troncalidad del partido o son los más representativos, se vienen reciclando de hace décadas, por lo que su accionar es exactamente el mismo. Se cree que cambiando el nombre o aliándose con otros vas a cambiar la respuesta, pero si no la diste antes, no la vas a dar ahora. Y la ciudadanía se los hace saber cuando no los votan. Por ejemplo, ¿Por qué Juntos Por el Cambio perdió en 2019? Porque no respondió la totalidad de las demandas y necesidades que decía que iba a solventar. Lo mismo el kirchnerismo. Y ahora lo estamos viendo con Javier Milei.
A su vez, se identifica que son las mismas propuestas de siempre. “Vamos a transformar, vamos a cambiar”, pero terminan haciendo nada. De vez en cuando los gestores o la administración pública prepara un proyecto macro a una necesidad general. Pero la situación del argentino sigue siendo exactamente la misma: no hay progreso real, por lo tanto las demandas no son respondidas.
Esto genera, naturalmente, un impacto negativo en la sociedad. Ergo, con toda la razón del mundo, el argentino no va a votar. Yo como candidato a diputado por la 8.ª sección, por Potencia, un espacio nuevo, no puedo juzgar al ciudadano porque no va a votar. Yo debo juzgar al político responsable de la situación deplorable de la ciudadanía, que resulta en la campaña masiva del “no ir a votar)
La desilusión que lleva a no votar también es una forma de hacer democracia: “me cagaron todo el tiempo y me siguen cagando”, se dice, y es cierto.
Hoy en día se identifican dos espacios populistas hegemónicos. El Kirchnerismo y la Libertad Avanza. Hagan lo que hagan, hay una buena parte del electorado (un 30, quizás 40%), que los va a seguir apoyando. ¿Por qué? Porque el populista se encarga de ofrecer una solución inmediata a un problema mayor. Por ejemplo, Cristina con el tema de la pobreza extrema, asistiendo monetariamente (que en sí es populismo económico). Pero luego claramente eso terminó multiplicando la pobreza y destruyendo la cultura del trabajo, porque se han distribuido demagógicamente los recursos. Es decir, no hubo progreso, hubo una respuesta inmediata, por lo tanto el problema no se solucionó
Y ahora la tenemos a Milei con el arreglo macroeconómico, pero su fórmula demuestra que no hay una estabilidad que se pueda mantener en el tiempo. Es decir, es una estabilidad que solo se va a poder mantener con Milei y no con un gobierno futuro: supongamos que en 2027 pierde Milei, la presidencia la agarra otro partido y a los dos días va a destrozar la economía. ¿Por qué? Porque no es una fórmula pensada para otros gobiernos, es una fórmula pensada para ser estable en su gobierno. Porque dicen que un mínimo aumento a las jubilaciones, a los aportes para la discapacidad, o el presupuesto en educación y salud u hospitales, que son servicios esenciales, ya te rompe lo macro.
Y a esto se le suma la violencia emanada desde la Casa Rosada contra otros políticos y ciudadanos. Veía en Lomas de Zamora al presidente agrediendo a un ciudadano cara a cara, porque el ciudadano le dijo ‘son unos corruptos’. El responsable primero de evitar la violencia en un país es el presidente, porque las formas que tiene generan una sociedad violenta, polarización y una división en el espectro político irreparable provocando un daño en la sociedad y el sistema político
Nadie se quiere ir porque afuera no tienen nada
Como sociedad, constantemente identificamos y resaltamos que gobierno tras gobierno, año tras año, los políticos terminan siendo lo mismo, pero nadie tiene los huevos de asumirlo. Nadie sale a la televisión a decir ‘hice todo mal, me voy’. Porque de hacerlo, afuera no tienen nada ya que han basado su carrera en vivir de la política no resolutiva. Afuera nadie los está esperando, y lo saben perfectamente. Por eso optan por mantener su cuota de poder político y seguir haciendo nada.
Pero ¿qué pasa con aquellas personas que terminan haciendo las cosas bien? No todos se corrompen, pero muchos de ellos no llegan a escalar porque no aceptan el sistema pensado estratégicamente para la salida fácil y el pago lateral (corrupción, coimas, arreglos bajo la mesa). Pero para corregir esto, es necesario un cambio DE sistema, no EN el sistema. Es decir, borrón y cuenta nueva. Arrancar de 0 manteniendo lo que funciona, mejorando lo que hay mejorar y sacar las manzanas podridas.
Desarrollo: no es público o privado, sino ambas.
Otra cuestión que alimenta a la apatía política es la falta de desarrollo y conectividad. Sé que no estoy descubriendo la pólvora, pero poco se ha hecho la interconexión entre ambos factores.
Es ilógico pensar que un Estado no tiene que hacer obras públicas ya que las mismas hacen a la conectividad del territorio y de las personas, que es la que garantiza el desarrollo futuro. Si se suspende la obra pública pensando en que va a haber un privado que quiere conectar San Luis con La Quiaca (por poner un ejemplo) con un tren bala, es delirante. Desde el Estado se debe analizar en cuáles zonas faltan desarrollo, y marcar la iniciativa de construir rutas, trenes, caminos, infraestructura, si en aquella zona hay petróleo o minerales incentivar a la inversión privada (que necesariamente termina creando puestos de trabajo directos e indirectos, porque al ser proyectos de largo plazo muchas familias se asientan en la zona provocando un incremento demográfico y del desarrollo de la región). El privado no te lo va a hacer. No es una crítica al privado, pero el privado es necesario para invertir, construir y generar trabajo. Por cada peso que ponga el Estado, cinco tiene que ser del privado. Eso es el desarrollo. No todo el dinero tiene que venir del Estado. El Estado da una respuesta y luego el privado la hace realidad. Tanto Mercado como sea posible, tanto Estado como sea necesario
“La macro”: por qué es necesaria la confianza política para desarrollarse
Para desarrollar el país, y qué eso mejore necesariamente la posición del país y la calidad de vida de los argentinos, se debe mantener estable la economía, con déficit o con superávit. Estados Unidos tiene el déficit más grande del mundo pero tiene la economía más confiable y estable del sistema internacional. No es una cuestión de déficit, es una cuestión de confianza también. Y a su vez, si tu moneda no es confiable, es producto de tu manejo político.
Al mundo no le importa que un Estado mantenga un superávit o entre en déficit. Lo importante es que se pueda generar una confianza real sobre tu economía, en la que uno pueda invertir uno y al mes se pueda llevar cinco. La confianza también está garantizada por la estabilidad política, ya que da previsibilidad, reglas claras y seguridad a los inversores de que no van a perder dinero. Pero si el statu quo es baja institucionalidad, políticas populistas y debilitamiento de la democracia (situación en la que vivimos hace 30 años) se genera una percepción negativa de un país, desalentando la inversión por la falta de seguridad.
Si eso no funciona, también genera apatía política. ¿Por qué? Porque el desarrollo político y el desarrollo económico no están garantizados. Se elige mantener una economía “medio pelo” porque así el político de siempre se asegura vivir de arriba mientras el argentino se mantiene pobre.
Hoy se escucha mucho el “vamos a ser una potencia”. Ser una potencia, como dice Milei, no te hace ser únicamente bueno en lo económico. Sino en todo: en infraestructura, en la obra pública, en la inversión, en lo político, en la influencia que uno puede ejercer como político.
El desafío en la calle
Nos va a costar quizás un montón convencer de que no todos somos iguales. Potencia es una lista nueva, cuyos referentes son María Eugenia Talerico y Ricardo López Murphy. Somos ciudadanos comprometidos, que no tenemos absolutamente nada que ver con la política, que venimos de espacios en particular y que verdaderamente venimos a transformar.
Pero cuando esto se lo digo al vecino, me ignora o se ríe. Y lo entiendo perfectamente, porque lo viene escuchando hace años y años, pero sigue siendo la misma realidad de siempre.
Ante esto, la única forma de mostrarlo es con hechos, y para demostrarlo con hechos tenemos que estar ahí. Proponemos reactivar la Legislatura bonaerense, que hoy funciona como una escribanía para Kicillof, con propuestas innovadoras, transformadoras. Tenemos una plataforma extensa de propuestas, no solo a nivel provincia, sino a nivel municipio, es decir, en La Plata, la 8.ª sección. Particularmente proponemos una reforma de la ley de autonomía municipal enfocada en brindarle mayor autonomía a los municipios, para que tengan mayor facilidad a la hora de resolver los problemas de los vecinos. Conjugando esto con la fiscalización y auditoría constante desde el cuerpo legislativo (nacional, provincial y municipal), al Poder Ejecutivo.
A modo de conclusión (si es que esta historia termina)
En definitiva, que la gente no vaya a votar también es hacer democracia. El ciudadano le demuestra a otro ciudadano tomador de decisiones y “representante” (o sea el político) que le ha hecho la cama (en criollo, lo cagó) tantos años que no lo pienso votar nunca más en la vida. Y así como me lo dicen a mí en la calle, se lo dicen a todos.
Pero algunos estamos verdaderamente seguros de que lograremos convencer al ciudadano de que hay una salida. No somos indispensables porque es necesario que se garanticen oportunidades para el desarrollo individual, independientemente de la política. Es decir debe atinar a una política que construya la oportunidad de progresar individualmente, abandonando la lógica de la “Estado-dependencia”. Y así, resolver el problema de la apatía política.