Investigaciones, lujos y sospechas: la AFA vuelve al banquillo
El Chiqui Gate: mansiones, lavado de dinero y poder
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Allanamientos, financieras y propiedades millonarias reavivan el fantasma de la corrupción en el fútbol argentino.
La Asociación del Fútbol Argentino vuelve a estar en crisis. Lo que comenzó como una denuncia por operaciones financieras sospechosas derivó en allanamientos, congelamiento de cuentas y una investigación que hoy tiene en el centro a Claudio “Chiqui” Tapia. El presidente de la AFA enfrenta un escenario complejo: una financiera bajo la lupa, presuntas maniobras de lavado y el señalamiento de propiedades rurales de alto valor que reavivan preguntas sobre el origen de los fondos.
Pero para entender lo que pasa hoy, es imposible no mirar hacia atrás. La AFA carga con un historial espeso que se remonta a los años de Julio Humberto Grondona y que terminó de estallar a nivel global con el FIFA Gate. El presente no es un episodio aislado: es un déjà vu institucional que vuelve una y otra vez.
La financiera investigada y los allanamientos que encendieron alarmas
La causa comenzó a partir de denuncias tributarias por movimientos irregulares vinculados a Sur Finanzas, una firma señalada como parte del núcleo económico cercano a Tapia. La Justicia ordenó allanamientos simultáneos en oficinas, domicilios y clubes involucrados en operaciones sospechosas. Se levantó el secreto fiscal, se congelaron cuentas y se dispuso el análisis de flujos financieros que no coinciden con declaraciones formales.
El objetivo central de los investigadores es determinar si existió un circuito paralelo para mover dinero a través de mutuales, financieras y organizaciones vinculadas al ecosistema del fútbol. Además, se examinan posibles vínculos entre estas maniobras y dirigentes de clubes que habrían canalizado fondos sin respaldo contable sólido.
Las propiedades bajo la lupa: mansiones y una estancia millonaria
La causa sumó un capítulo aún más ruidoso cuando trascendió la existencia de una lujosa estancia de aproximadamente diez hectáreas ubicada en la zona norte del conurbano, adquirida a través de sociedades interpuestas. Aunque la titularidad formal no está a nombre de Tapia, sí aparecen apoderados y estructuras jurídicas que llevan a personas de su entorno directo.
La pregunta que guía a los investigadores es simple:
¿pueden esas adquisiciones explicarse con los ingresos declarados?
Hasta ahora, las inconsistencias financieras alimentan la hipótesis de lavado de activos o enriquecimiento injustificado.
El fantasma de Grondona y un país que ya vio esta película
Para cualquier argentino, corrupción y AFA es una asociación que inevitablemente remite a Julio Humberto Grondona. Durante 35 años condujo la casa del fútbol con un poder sin contrapesos, una red de lealtades y un sistema económico opaco. Su nombre volvió al centro de la escena en 2015, cuando estalló el FIFA Gate, la causa global por sobornos, coimas y contratos televisivos fraudulentos que involucró a dirigentes de toda la región.
Varios ejecutivos y funcionarios de Confederación Sudamericana quedaron imputados; otros fueron condenados. Y aunque Grondona murió antes de declarar, el Departamento de Justicia de EE.UU. lo mencionó como pieza clave del sistema de sobornos.
La AFA nunca terminó de sanar ese legado. Y el caso Tapia lo confirma.
Un sistema que se repite: poder absoluto, controles débiles y dinero en la sombra
El patrón vuelve a ser el mismo:
- concentración de poder,
- manejo discrecional de fondos,
- estructuras paralelas,
- supervisión estatal insuficiente,
- y una impunidad estructural alimentada por décadas de decisiones sin auditoría externa real.
El escándalo actual no es solo un problema judicial. Es un problema de gobernanza.
La AFA, como institución, arrastra una cultura interna donde la transparencia nunca terminó de ser prioridad. Y mientras la Selección brilla en la cancha, las oficinas que deberían administrar el fútbol argentino exhiben un desorden sistémico que vuelve imposible cualquier proceso serio de modernización.
¿Qué puede pasar ahora?
La causa está en pleno desarrollo. Si la Justicia confirma delitos económicos, el impacto político y deportivo será enorme. Tapia podría enfrentar procesamientos, la AFA debería intervenirse o reordenarse, y la FIFA —con su aversión histórica a las intervenciones estatales— podría reaccionar.
Lo único claro es que el fútbol argentino vuelve a quedar atrapado entre goles épicos y manejos turbios. Entre camisetas gloriosas y cajas negras. Entre lo que pasa en la cancha y lo que nadie quiere explicar en los despachos.

