Pelea digital entre dos gigantes
Del retuit al bloqueo: el divorcio entre Trump y Musk

Historiadora y Periodista

De aliados a enemigos públicos en una pelea que estalló en redes y sacudió la política estadounidense.
Lo que hasta hace poco era solo una tensión contenida terminó estallando como un capítulo inédito de Keeping Up with the Billionaires. Donald Trump y Elon Musk, dos de los personajes más ruidosos, hipermillonarios y egocéntricos del planeta, oficializaron su divorcio político el jueves 5 de junio a través de su formato favorito: el escándalo digital, servido en porciones virales.
El chispazo comenzó cuando Musk destrozó públicamente el megaproyecto de ley presupuestaria de Trump, cargado de gasto público, subsidios industriales y poco interés por el déficit fiscal. Trump, que tiene menos autocontrol que un botón de “enviar” a las tres de la mañana, reaccionó con furia en su red Truth Social: aseguró que Musk “se volvió loco” y propuso una solución muy zen —pero con motosierra—: cortarle todos los subsidios estatales. “Miles de millones ahorrados y además me saco un fastidio de encima”, vino a decir, con su clásica diplomacia.
Musk respondió desde X con un provocador “Cualquier cosa”. Y acto seguido redobló la apuesta: afirmó que, sin su contribución de 300 millones de dólares a la campaña republicana, Trump habría perdido las elecciones. Básicamente, se autopercibió como el padrino silencioso de la Casa Blanca.
Y como en toda pelea de titanes, no tardó en aparecer el golpe bajo. Musk deslizó que el nombre de Trump figura en el temido expediente Epstein. Sí, ese. El de la isla, el jet privado, las fotos turbias y el escándalo eterno. Desde la Casa Blanca, que ya estaba con el extintor en la mano, sólo calificaron los dichos como “lamentables”. Traducción: “Nos gustaría estar en otro planeta en este momento”.
Pero Musk no se quedó en lo simbólico. Dio un paso real, aunque igual de melodramático: anunció que SpaceX empezará a desmantelar su nave espacial Dragon, la misma que usa la NASA para llevar astronautas a la Estación Espacial Internacional. No fue una amenaza, sino más bien una rabieta interplanetaria.
Y entonces vino el castigo del mercado. Tesla se desplomó en la bolsa más rápido que un tuit de Elon mal interpretado. En una sola jornada, perdió más del 14% de su valor. Miles de millones evaporados, y seguramente varios analistas financieros buscando consuelo en una botella de agua alcalina y respiración consciente.
Ahora bien, detrás de esta tragicomedia de millonarios en guerra, hay un conflicto ideológico real. Trump encarna a la nueva derecha nacionalista y proteccionista, que apela a la clase trabajadora blanca, las fábricas cerradas y las fronteras bien cerradas. Musk, en cambio, es el apóstol de la tecnocracia global: quiere ingenieros indios, menos aranceles, más innovación y un Estado que no moleste... ni toque su bolsillo.
Durante un tiempo convivieron, pero parece que ya no hay vuelta atrás. El bloqueo es inminente. Lo que se rompió no es una amistad (porque nunca lo fue), ni un acuerdo (porque nunca lo firmaron), sino una frágil coalición entre dos rumbos incompatibles.
Y como espectadores de esta lucha virtual, nos queda una gran incógnita: ¿a cuál de los dos va a retuitear Javier Milei?