Elecciones de octubre
Más control, más fieles: Bullrich y Petri del gobierno al Congreso

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Con respaldo presidencial, el desafío de sostener el poder sin protagonismo. Un Congreso fuerte, un gabinete de puros.
La decisión de que Patricia Bullrich (Seguridad) y Luis Petri (Defensa) abandonen el gabinete para asumir bancas legislativas no parece ser un simple movimiento administrativo. Se trata, en definitiva, del alejamiento del oficialismo libertario de dos figuras que no provienen de su riñón ideológico. Tenemos que remontarnos al pacto electoral de 2023 que obligó a Javier Milei a abrir las puertas de su gabinete a referentes del PRO y a un radical díscolo. Era una transacción necesaria para garantizar apoyos en la segunda vuelta y gobernabilidad inicial. Pero una vez consolidado en el poder, Milei los aparta.
Lejos de ser una promoción, la mudanza de Bullrich y Petri al Congreso puede leerse como una forma elegante de desalojo. Ambos habían quedado en el incómodo lugar de ministros que, si bien gestionaban áreas sensibles, no representaban la pureza doctrinaria libertaria ni tenían peso en el círculo más cercano al Presidente. El traslado les permite conservar protagonismo político, pero desde una arena distinta, y a Milei le abre la puerta para reconfigurar su gabinete con perfiles más alineados a su lógica de poder de “gobierno sin socios”.
Lo que está en juego no es únicamente el control del Ejecutivo, sino también el mapa legislativo. Bullrich y Petri llegan al Congreso con capital político propio, pero en bancas que formalmente responden a La Libertad Avanza. Es un juego de suma doble: Milei se desprende de dos figuras de un “origen impuro” en el gabinete, pero al mismo tiempo refuerza su caudal parlamentario en un contexto donde cada voto cuenta.
Este movimiento permite al oficialismo blindar posiciones en Diputados y Senado, al tiempo que reduce el margen de maniobra de la oposición tradicional. Mientras tanto, el PRO, ya debilitado tras la ruptura interna, se queda con lugares periféricos. Milei, en cambio, gana oxígeno: renueva el gabinete y más legisladores propios o afines que le den volumen a su estrategia de reformas.
El Presidente siempre construyó su discurso sobre la idea de pureza ideológica. En ese marco, los acuerdos con sectores “viejos” de la política eran vistos como concesiones temporales, fundamentales para alcanzar la presidencia. Con la salida de Bullrich y Petri, Milei envía un mensaje claro: el tiempo de las concesiones terminó.
El riesgo de esta jugada está en la gobernabilidad real. Seguridad y Defensa no son carteras menores: requieren experiencia, redes de gestión y capacidad de diálogo con las fuerzas armadas y de seguridad. La salida de dos ministros con rodaje político abre un interrogante sobre quiénes ocuparán esos casilleros y si el reemplazo privilegiará la eficacia o la obediencia.
Aunque tanto Patricia Bullrich como Luis Petri han demostrado lealtad al Presidente y defienden públicamente la agenda libertaria, sus trayectorias políticas provienen de tradiciones muy diferentes. Bullrich era una referente histórica del PRO, con vínculos consolidados dentro del espacio macrista, mientras que Petri se forjó dentro de la Unión Cívica Radical, desde donde dio el salto hacia la coalición con Milei en 2023. Esa diferencia de origen es clave: ambos acompañan al proyecto presidencial, pero aparentemente no dejan de ser vistos como “aliados externos”.
En este sentido, el pase al Congreso tiene lecturas distintas para cada uno. Bullrich, con una carrera política extensa y un caudal propio de seguidores, encuentra en la banca un refugio que le permite mantenerse vigente, incluso ocupar un lugar clave ante la mala relación de Victoria Villaruel con el presidente. Puede convertirse en una pieza fundamental en el Senado.
Petri, en cambio, queda en una posición más incómoda: al salir del Ministerio de Defensa pierde exposición ejecutiva y capacidad de gestión, dos activos fundamentales para quien acaricia la ambición de competir por la gobernación de Mendoza en 2027. El Congreso puede darle visibilidad nacional, pero le resta margen territorial, que es donde se definen las candidaturas provinciales. Con este cambio pierde poder y, consecuentemente, oportunidades.
En los hechos, Bullrich y Petri aceptan un nuevo rol que, aunque todavía los mantiene dentro del esquema libertario, los desplaza a una segunda línea. Para Milei, es la oportunidad de mostrar que gobierna sin tutelas; para Petri, un movimiento que lo obliga a repensar su estrategia si quiere convertirse en el próximo gobernador mendocino.