Me too
De eso no se habla: Lala Bruzoni denunció abuso sexual de un ministro porteño


La artista y comunicadora señaló a Andy Freire como instigador y dijo tener pruebas del acoso que sufrió ocho años atrás.
Nadie dice nada. Está confirmando que la abusaron sexualmente. Un ministro de la gestión de Horacio Rodríguez Larreta que se esfumó de la política y volvió al sector privado. Andy Freire es la persona a la que señala la comunicadora y artista Lala Bruzoni, fundadora del colectivo artístico The Gelatina. Explotó otro caso de me too y la política enmudeció. Ella acusa notas pagas, extorisón, abuso sexual, censura y persecución. Nadie dice nada. Newstad comprobó con dos fuentes distintas que el acusado es Andy Freire y que el tema preocupa en el PRO.
Lala publicó en las últimas horas una serie de historias en distintas plataformas donde denuncia que fue víctima de abuso sexual por parte del entonces ministro Freire. Dice que ocurrió hace ocho años, en su espacio de trabajo, cuando todavía formaba parte de un equipo político en funciones. El acusado pasó tras el ministerio a la Legislatura y después dejó la política para fundar una consultora y hoy ser miembro de 100 Coaches Agency.
La denuncia no se hizo desde el anonimato, fue pública, textual, con fragmentos de los mensajes que recibió durante años y que ella misma transcribió en las publicaciones de IG y X. Contó cómo era presionada desde WhatsApp y Telegram, invitada a encuentros sexuales bajo amenaza velada de perder su espacio. También relató cómo fue aislada, despedida y ninguneada. Dijo que el hostigamiento era diario o intermitente, pero constante. Habló de abuso de poder. De silencio institucional. De destrucción personal.

En uno de los textos que compartió, la artista escribió: “esto me mandaba al rato de acosarme sexualmente, de abusar de su poder en persona, de invitarme a coger al baño ahí en su oficina… cuando todo mi equipo se iba de la reunión”. En otro, explicó cómo el funcionario le enseñó a usar Telegram delante de él para “mandarme lo más prohibido”. Y agregó: “cuando me veía en persona, me decía ‘estás marcada hoy, dale, cogé conmigo. Es un rato nomás, no nos tenemos que enamorar’”.
Bruzoni también relató la dimensión institucional de lo vivido: “ganarle el juicio a los delincuentes que abusaron de su poder, que me violaron… y me dejaron sola y sin trabajo”. En otro fragmento dijo: “Casi 150 mil personas o más vieron lo que estoy contando. Ni uno se filtró a la radio ni a la TV. Qué interesante. Lo seguiremos de cerca”.
Y eso es lo que está pasando ahora: silencio. Ningún medio tradicional lo tomó. Ningún canal. Ningún portal. En redes se comparte el testimonio de Lala, pero los grandes nombres de la prensa, las usinas de agenda y los programas que abren micrófonos a influencers todos los días no levantaron la voz. Tampoco lo hicieron los espacios políticos, los ministerios, las organizaciones que deberían al menos escuchar y verificar. No hubo hasta ahora “sororidad” en las grandes formadoras de opinión de los medios de comunicación masiva.

La artista no habló desde el anonimato. No pidió cautela. No dijo que quería que se mantuviera en reserva. Dijo “no me voy a callar”. Dijo que lo contaba ahora porque el silencio la mató durante ocho años. Y porque se quedó sin trabajo. Porque la desarmaron desde adentro del sistema. Porque fue desplazada por denunciar. La política miró para otro lado y la condenó al ostracismo en vez de poner preso al abusador. Otra vez.
En una de las últimas publicaciones que hizo, escribió: “Se olvidaron que han abusado de una experta en comunicaciones. Pero antes que eso, de una persona de buena fe y buen corazón. No me voy a callar. Y no porque sea PRO hablar. Sino porque esta es mi vida, y no tengo otra”. No es la primera vez que surgen denuncias sobre este tema en distintos espacios políticos. Le costó la carrera a Ramiro Mosca, pero distintos funcionarios están en la mira, incluso la diputada Lilia Lemoine denunció un ex funcionario por acoso días atrás.
También hay otros funcionarios y legisladores, incluso un vocero histórico del PRO en la mira por maltratos y violencia de género cercano a Mauricio Macri. Son maltratos, silencios que aturden. En el PRO el tema ya es parte de la conversación, esencialmente porque la premisa básica de Macri y su entorno primario siempre fue condenar y expulsar cualquier caso que pudiera estar ligado al abuso o el maltrato o violencia de género.
No dio el nombre del funcionario. No por miedo. No por protegerlo. Dijo que tiene pruebas. Que hay mensajes. Que sabe que el poder se protege a sí mismo y que la justicia muchas veces carga las armas del lado que le conviene. Dijo que está viva, que sigue trabajando, que no va a dejar de hablar.