Crimenes en Florencio Varela
Conurbano narco: Estado inoperante, tejido social roto y mensajes inaceptables

/https://newstadcdn.eleco.com.ar/media/2025/09/triple_crimen_narco.jpeg)
La tragedia de Lara, Brenda y Morena evidencia, otra vez, bandas narcocriminales enquistadas entre los más vulnerables.
Está todo tan sucio, tan mal en el caso de los crímenes de Morena (20), Brenda (20) y Lara (15) que es díficil ordenar esta dolorosa crónica. Una familia humilde que apañaba la prostitución de sus hijas, es decir la violación en el caso de la menor de edad, y una sucesión de fallas del Estado por donde se infiltra el narcotráfico. Para colmo, un ministro de Seguridad bonaerense que responde con el chiquitaje de “las jurisdicciones”, al referirse a la Villa 1 11 14 que está en la Ciudad de Buenos Aires.
Lo concreto es que las tres jóvenes que desaparecieron desde el viernes fueron encontradas sin vida dentro de un pozo séptico en Florencio Varela, zona sur del conurbano bonaerense. Fueron cruelmente golpeadas y acuchilladas, según la autopsia. También hay claros signos de tortura narco: extremidades cortadas, quemaduras y los pies encintados.
El caso expone una trama de violencia extrema, inoperancia estatal y un tejido social y familiar roto. Las tres habían desaparecido en La Matanza y sus cuerpos fueron hallados días después en el sur del conurbano bonaerense, una zona marcada por la presencia del narcotráfico y la trata de personas.
La familia sabía que eran trabajadores sexuales y que se movían habitualmente en “Didi” para ir a un boliche en Flores, pero ese viernes las pasaron a buscar. La trampa fue un supuesto evento a cambio de 300 dólares para cada una, y cayeron: en la rotonda de la localidad bonaerense de La Tablada, en Monseñor Bufano y Avenida Crovara las recogió una camioneta Chevrolet Tracker blanca. El vehículo luego fue prendido fuego. Todo absolutamente planeado para descartar las pruebas de esta secuencia fatal.
Las familias de las víctimas señalaron que el sábado intentaron denunciar la desaparición, pero en la comisaría les pidieron que regresaran al día siguiente.
El ministro de Seguridad bonaerense de la Provincia de Buenos Aires, Javier Alonso, a quien se le conoce muy poco la voz, relató que se hizo un “trabajo de investigación y de campo” para determinar que se trató de “una venganza narco”.
¿Por qué ese trabajo de investigación y de campo no se hizo antes de que las mataran? La banda secuestró, mató y enterró en terreno bonaerense, pero el funcionario se encargó de aclarar que los narcos operaban dentro de la villa porteña 1 11 14. Es harto sabido que ese barrio vulnerable también está atravesado por el narco entre una mayoría de gente trabajadora, pero evidentemente esta banda se movía con comodidad en conurbano sur.
Leonel, el padre de Brenda expuso al intendente Fernando Espinoza: “Esto es una red. El intendente dijo que puso cámaras: “¿Dónde están?, dónde está el fiscal? Esperamos muchísimas más detenciones”. Por la tarde, el abuelo de Moreno y Brenda agregó: “Nadie vino a ponernos una mano en el hombro”.
“Mañana van a seguir llevándose cuatro, cinco chicas” agregó en medio de lágrimas, acostumbrado al desamparo estatal.
No importa sin eran trabajadoras sexuales, abogadas o empleadas de comercio. Lo que se evidencia una vez más es que los narcos penetran en las familias, que con su dinero fácil captan jóvenes hijos e hijas de familias que hace décadas no pueden progresar. El Estado elefantiásico no los cuidó. Pero para Espinoza, “La Matanza, avanza”.