Intimidad en pareja
Cómo recuperar la intimidad en pareja después de la llegada de un hijo

Coach sexual
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El deseo no desaparece con la llegada de un hijo: cambia de forma y puede volver si se le da lugar.
La maternidad cambia la vida. A veces se dice con ternura, otras con cansancio. Lo cierto es que transforma las rutinas, el cuerpo, los horarios, las emociones... y también la intimidad. Cuando llega un hijo, también nace una nueva pareja: la de padres. Y ese nuevo rol puede ser tan absorbente que otras partes del vínculo –como la erótica, la cómplice, la sensual– parecen quedarse a un costado.
Pero ser padres no significa dejar de ser pareja. Solo que el deseo, como todo, cambia de forma. Ya no aparece como antes, no siempre es espontáneo ni urgente, pero sigue estando. Tal vez más silencioso. Tal vez esperando que lo vuelvan a invitar.
El deseo no se pierde, se transforma
El cuerpo se resignifica. Las prioridades se corren. El cansancio gana espacio. Y en medio de eso, lo íntimo puede parecer un lujo. Pero la sexualidad no desaparece: necesita ser reencontrada.
No se trata de agendas ni de fórmulas mágicas. Se trata de buscar espacios reales, por más pequeños que sean, donde la pareja se recuerde que también se elige, que no solo son dos que crían, sino dos que se desean.
El erotismo puede mutar, pero también puede volverse más profundo. Porque ya no se sostiene solo en lo físico, sino en la complicidad emocional, en el cuidado mutuo, en la mirada que aún busca al otro más allá del rol de madre o padre.
¿Cómo se reconstruye la intimidad?
• Dándole lugar a los momentos de piel, sin apuros ni expectativas. Un abrazo largo, una caricia sin prisa, un beso que no sea parte de la rutina. A veces lo erótico empieza en lo simple.
• Hablando sin juicio: poder decir “te extraño”, “me cuesta conectar”, “necesito sentirme deseado/a otra vez”. El deseo necesita verdad, no presión.
• Respetando los tiempos: no siempre se puede todo, y está bien. Pero lo que se posterga indefinidamente se apaga. Por eso, aunque sea poco, que sea intencionado.
• Buscando formas nuevas: cocinar juntos, reírse, mirarse. No todo tiene que ver con lo genital. Volver a sentirse cerca puede empezar mucho antes del sexo.
El amor que cría también puede desear
Criar con amor no significa abandonar lo íntimo. Al contrario: cuanto más fuerte esté el vínculo de pareja, más firme será el sostén para la familia. No se trata de “volver a ser los de antes”, sino de permitirse ser quienes son ahora, con lo nuevo que la maternidad trajo. Más reales. Más conscientes. Más humanos.
Volver al deseo en la maternidad no es volver atrás. Es construir algo distinto, más profundo, más sincero. Es recordarse que no solo comparten pañales, noches sin dormir o decisiones importantes. También pueden compartirse miradas, silencios, ganas.
Cuando la pareja se elige incluso en el caos, cuando se permiten reencontrarse más allá de los roles, entonces el deseo vuelve. No como antes. Sino mejor: más genuino, más humano, más libre.