Los vinos de hoy
Cambios de hábitos en los consumidores modernos

Sommelier.

Es real y está pasando: los paladares más jóvenes se hacen preguntas. ¿Qué estoy tomando? ¿Dé donde viene lo que tomo? ¿Qué estilo de vinos son? ¿Qué historia tiene este vino?, son algunos de los temas más frecuentes entre los sibaritas locales.
Es cierto que el consumidor actual está cambiando su forma de consumir: cada vez se interesa más por lo que toma, busca información y se involucra. La curiosidad va en aumento, y con ella, también las preguntas: ¿Qué estoy tomando? ¿de dónde viene? ¿Cómo se elabora? Ya no alcanza con que algo sea rico; ahora también importa su historia, su origen, su impacto y, obvio, su status.
Si analizamos el tema con una mirada reflexiva, no está mal hacerse preguntas y buscar información. De hecho, eso forma parte de la evolución y desarrollo del archivo de cata (memoria y paladar). Sin embargo, no debemos dejar de lado ni criticar las otras categorías o productores que sienten al vino de otra forma. Uno va ir encontrando su estilo y preferencias. Eso debería ir formándolo uno mismo y no veo para nada mal el hecho de que uno pueda ir cambiando, según su momento, sentimiento, sensación, y ganas. Aceptar eso es entenderse a uno mismo y no a los demás. Recordemos que, como seres humanos, somos críticos por naturaleza.
Dentro de estos cambios de consumo, muchos vinófilos se vieron atraídos por categorías como los vinos naranjos, orgánicos, naturales, biodinámicos y de baja intervención. No fue solo una moda pasajera: hubo un cambio real en las decisiones de productores y bodegueros que respondieron a esta demanda.
No podemos mirar para otro lado: esto está pasando, y es real. La comunicación y el interés por estas temáticas jugaron un rol clave. Fue, en muchos casos, el momento justo en el lugar indicado, potenciado por un marketing que supo acompañar el cambio de hábitos y la nueva conciencia de una parte del público.
Ahora bien, lo interesante es que para muchos esto no es simplemente una tendencia, sino una forma distinta de entender el vino: desde su elaboración hasta su consumo. Una forma de vivir, de sentir y de conectar con el vino, pero también con todo lo que la rodea.
Que el consumidor se pregunte, investigue y elija con mayor conciencia no es una amenaza, sino una señal de madurez. También es importante recordar que no hay una sola manera de vivir el vino. Cada quien construye su propio recorrido, su estilo, sus gustos. No hace falta etiquetar ni juzgar todo lo que no encaje. Se puede disfrutar de un vino sin tantos protocolos propagandistas.
El cambio está y ya no es más que una moda más; son miles de voces, más miradas y más formas de disfrutar. Y eso, sin duda, es algo para festejar. El hecho de que más personas alejadas al mundo del vino despierten su interés.
¿Qué piensan ustedes?
¡Chin Chin!