Del luto al poder: el arte de victimizarse
Aves de rapiña

Escritor.

Cristina busca renacer como mito, pero sólo queda parodia.
Cristina E. Fernández de Kirchner.
E de Ezeiza, su próxima estación.
Pero no porque en su inicial siempre estuvo signado su destino. No, será su próxima parada porque ella necesita con urgencia el más preciado de los roles: el de víctima. Ese papel que siempre interpretó con maestría y que, gracias a la muerte de su marido, en 2010 alcanzó su clímax y fue reelecta en 2011.
Pero los tiempos cambiaron. Y mucho. Pasaron cosas y bolsos. Muchos.
No se le gana a una viuda, en 2011 sentenció Durán Barba. Y esa vez sí tuvo razón. Vio que con Cristina pasaba algo distinto a lo que había pasado con Isabel Perón en 1973. Porque cuando murió Juan Domingo, la popularidad de Isabel fue cayendo día tras día. El país estaba estallado, literalmente. Volaban los precios y los cuerpos. Desaparecían los productos de las góndolas y las personas de las calles. Eso que ya había empezado a pasar con Juan Domingo se potenció con la Chabela.
Por eso, cuando Isabel vio que ya casi nadie la quería sentada en el sillón de Rivadavia, negoció su salida con los militares que eran tan peronistas como ella. Para que el peronismo de derecha, el único que existe, continuara en el poder y así zafar de la segura derrota electoral que le esperaba en las elecciones de 1976.
Cristina, al revés de Isabel, que generó más desprecio, con la muerte de Néstor despertó compasión y pasó a ser más querida. Y así, en 2011, ganó con el 54 % de los votos.
Pero lo bueno dura poco. Los precios comenzaron a volar una vez más y los bolsos también, ahora a la vista de todos.
Es derrotada en 2015 por Macri pero, sorpresivamente, el azar le dio otra oportunidad en 2019.
Bueno, entre 2015 y 2019 pasaron cosas: pasó que Macri hizo peronismo de buenos modales y los votantes volvieron a pedir por el verdadero peronismo, el original, el que siempre te maltrata sin ambivalencias.
Y así fue que ella volvió.
Para maltratarnos.
Volvió, no devolvió.
Cristina no concibe el poder como un acto bulímico. Lo que traga no lo devuelve.
Por suerte hizo todo mal de nuevo y esta vez la derrota llegó en forma de último clavo.
Perdió con Milei y 20 gordos tuiteros, un paradigma nuevo que llegó para quedarse y que, de manera inédita, vino a cumplir con todas sus promesas de campaña: liberar al dólar y liberar a la Justicia, que, desatada de pies y manos, se animó y fue por ella.
Sorprendiendo a casi todos, la terminó mandando en cana. Mejor dicho, en casa.
Y pasó lo previsible: la encerraron y sus fanáticos medievales, cuando se quedaron sin la abeja reina, salieron del panal a zumbar:
—¡La democracia está en peligro!
Y es cierto, por primera vez la democaja está en peligro.
Los medievales están tomando conciencia de que la colmena estatal se está quedando sin miel. Este Estado, que funciona como un panal que solo genera miel para los que habitan la colmena (nunca para los demás), tiene cada vez menos oro para succionar.
Por eso, haciendo gala de su hibristofilia, los zánganos salieron a picar las calles de un modo grotesco, para sorprendernos, una vez más, con sus numeritos accidentalmente humorísticos.
El más gracioso de todos, sin duda, fue el protagonizado por oriundas de barrios populares, que se colocaron tobilleras en las piernas para solidarizarse con lo que está pasando la reina, que, por estar presa de manera domiciliaria, está obligada a usar una tobillera.
To villeras presente.
Todas ellas de almitas rojas.
“Cha, Cha, Cha” volvió, pero como “Che, Che, Che”.
Irónico. Ella, que se creía distinta a Isabel, al final terminó igual que la Chabela: presa por chorra. Las dos en cárceles de oro.
Pero la compañera Cristina necesita desmarcarse de la Perona. Ya lo sabe: las presas VIP no despiertan piedad. Más cuando la prisión VIP, encima, viene, como la de Chabela, con mucamas, cocineras, maquilladoras, peluqueras, manicuras y chongos.
Cristina necesita con urgencia el rol más preciado, el que siempre buscó y que hizo que incluso ganara una elección: el de víctima.
Y una vez más va por ese rol. El mejor de todos porque nunca tenés que hacerte cargo de nada, porque nadie tiene derecho a reclamarte algo.
Inconsciente, y a esta altura conscientemente, se le nota que está dispuesta a pagar el costo de ir a una cárcel federal para volver a ser querida y así poder volver. Porque eso es lo que está buscando. Un utópico clamor popular que, al verla enjaulada, reaccione y se ponga a jugar con fuego. Así ella renace en la jaula gris como el ave Fénix.
Un ave de rapiña que emerge de las cenizas que ella misma generó, para ir por más cenizas.