Salud y deporte
ACV en deportistas: El caso de Alejandra “Locomotora” Oliveras


El ACV de la deportista reabre el debate sobre salud cardiovascular en personas activas.
La noticia del ACV que sufrió la reconocida boxeadora Alejandra "Locomotora" Oliveras conmocionó al mundo del deporte y abrió preguntas sobre la salud cardiovascular incluso en personas que aparentan estar en perfecto estado físico. Desde Newstad consultamos al médico cirujano cardiovascular y flebólogo Yamil Ponce, quien explicó en detalle los factores que pueden desencadenar un ACV y la importancia de mirar más allá de lo visible.
¿Un ACV puede aparecer de golpe en una persona sana y activa como Alejandra Oliveras?
- El ACV sí puede aparecer de golpe. Una persona sana y activa puede sufrirlo, sí. Ahora, guarda que no te puedo decir que sea el caso específico de Alejandra Oliveras, porque habría que analizar qué entendemos por “persona activa”. Una persona sana y deportista es una cosa, pero alguien profesionalmente deportista es otra. El cuerpo de Alejandra no es el de una persona que entrena saludablemente sin exigencias extremas. Para desarrollar ese nivel de masa muscular se necesitan factores externos que todos conocen, como anabólicos o esteroides. Ya no se trata de un cuerpo natural.
El deporte es salud mientras no se convierta en profesionalismo. Porque, en general, el deporte practicado profesionalmente deja de ser saludable. Casi todos los deportes, cuando se ejercen a nivel profesional, implican un nivel de exigencia extremo.
Por eso, cuando aparecen ciertas lesiones o eventos como este, hay que tener en cuenta que ese desarrollo corporal no es natural. Y es importante hacer esa diferenciación entre lo que se dice y lo que realmente implica sostener un cuerpo así.
¿Cuáles son los síntomas que nunca deberíamos ignorar?
—Un ACV puede darse incluso en personas sanas y activas de verdad. Sí, sí puede. Existen malformaciones arteriales y venosas dentro del cerebro que pueden estar presentes desde el nacimiento, y que incluso se calcula que hasta un cinco por ciento de la población las tiene sin saberlo. No hay una prevención clara para esto porque muchas veces no se detectan.
Hay casos de personas completamente sanas que, de un momento a otro, sienten un fuerte dolor de cabeza, se rompe una arteria, se genera un aneurisma y termina desencadenando un ACV. Esto puede pasar cuando hay malformaciones congénitas o hereditarias.
Obviamente, esas lesiones o malformaciones pueden agravarse con factores como la presión arterial alta. También los golpes pueden deteriorar no solo la función cognitiva cerebral, sino ciertas estructuras que, si están debilitadas, pueden romperse. Incluso puede haber alteraciones mínimas que ningún estudio clínico detecte a tiempo.
¿Qué rol juegan factores externos como el estrés, los golpes o la presión emocional en este tipo de eventos?
—Estos factores pueden influir, especialmente cuando existe una malformación previa que la persona desconoce. Muchas veces estos casos son asintomáticos, y la persona lleva una vida normal sin saberlo. Pero si hay una predisposición o una condición oculta, ciertos factores pueden agravar el cuadro.
La presión arterial alta, el uso de esteroides o anabólicos, el consumo de tabaco, los golpes físicos y también el estrés pueden perjudicar seriamente. El estrés, aunque de forma indirecta, puede elevar la presión o generar picos que actúan como desencadenantes. A lo largo del tiempo, estos elementos aumentan la probabilidad de sufrir un ACV, especialmente si se combinan con una predisposición o lesiones no diagnosticadas.
¿Qué controles o hábitos simples pueden ayudarnos a prevenir un ACV?
—Los controles más importantes son los cardiovasculares. Existen factores modificables y no modificables. Entre los no modificables están la edad, el sexo biológico, los factores hereditarios, congénitos o genéticos, y el lugar donde uno vive. Eso no se puede cambiar. Pero sí hay factores que podemos modificar: cuidar la salud cardiovascular, mantener la presión arterial en valores saludables, no fumar, hacer ejercicio y tener hábitos de vida sanos.
Ahí es donde muchas veces se genera confusión. Una persona puede parecer saludable por fuera, pero no necesariamente lo es por dentro. Por ejemplo, en el caso de Alejandra —a quien profundamente admirable —,aparentemente lo hacía con un enfoque propio, desde su manera de ver la vida. Pero es dudoso creer que promoviera el uso de anabólicos o sustancias similares.
Nunca la vi promover eso. Más bien alentaba a la gente a no quedarse en la cama, a salir, a moverse, a hacer actividad física. Y eso está buenísimo. Porque el ejercicio no solo ayuda a regular la presión arterial, sino también a reducir el estrés, que es un factor indirecto importante en los picos de presión. Sumado a una buena alimentación y un estilo de vida saludable, eso es todo lo que podés hacer para cuidar tu sistema cardiovascular.
La historia de Alejandra vuelve a poner en agenda una conversación necesaria: no todo lo que brilla por fuera es sinónimo de salud interna. Conocer el propio cuerpo, realizar controles periódicos y evitar minimizar los síntomas sigue siendo la clave.