Efemérides del vino
21 de Junio: día internacional del Chenin Blanc

Sommelier.

Cuando todo parecía ser Chardonnay o Torrontés, el Chenin volvió. La elegancia de lo que merece una segunda oportunidad.
Es una variedad de uva muy versátil, conocida por producir una amplia gama de estilos de vino, desde secos y espumosos hasta dulces y tranquilos. Se celebra especialmente en sus regiones de origen, el Valle de Loire en Francia y Sudáfrica, donde es una uva muy afamada.
La Chenin Blanc nació en Francia, específicamente en el Valle del Loira, donde hay registros que datan del siglo IX. Su nombre proviene probablemente del monasterio de Mont Chenin, donde los monjes ya cultivaban esta cepa para vinos blancos.

En Mendoza esta variedad nos regala vinos con muchas frutas frescas, notas florales de flor blanca y acacia, y frutos secos del tipo de avellanas. En boca son vinos frescos, de buen volumen, graso y acidez. Sin embargo, la característica principal es su elegancia. Son vinos de muy buena intensidad, pero a su vez balanceados, donde ningún atributo sobresale demasiado, manifestando un equilibrio perfecto entre los aromas, su balance de frescura y acidez y el largo de boca.
Al mismo tiempo, debemos sumar una característica varietal en su lugar de origen que también adquiere en nuestro terruño (a condición de cultivarlo en buena altitud o en zonas frescas), y es su aptitud de guarda en botella.
Durante años fue base de vinos blancos genéricos, sin etiqueta varietal, o mezclas de bajo precio. Hoy vive un renacimiento de la mano de enólogos jóvenes y proyectos de autor como lo son:
Viñas Viejas Chenin Blanc de Rocamadre (San Carlos, Valle de Uco): de viñas antiguas, con fermentación natural con pieles y crianza en barricas usadas.
La Primera Revancha Chenin Blanc (de Mendel Wines): estilo frutal, floral y con mucha elegancia.
JiJiJi Chenin Blanc de Gen del Alma: sin filtrar ni clarificar este vino refleja todo el terroir de Tunuyán.
Riccitelli Old Vines Chenin Blanc (Patagonia): de viñas plantadas en 1952.

Pensado en su maridaje, por su alta acidez y complejidad potencial, se adapta a varios estilos gastronómicos:
Estilos jóvenes y frescos: Sushi, ceviches, quesos blandos, tartas de vegetales. Ideal para aperitivos con quesos de cabra o focaccia.
Estilos con crianza/barrica: Platos con manteca, cremas: pastas rellenas, pollo al vino blanco. Pescados grasos (salmón, trucha) con papas rotas y hierbas.
Versión dulce: Foie gras, torta de pera, quesos azules.
Pero también es ideal para cerrar cenas largas con elegancia.
Durante décadas, el Chenin fue considerado una “cepa sin glamour”. Muchas viñas antiguas fueron arrancadas o injertadas. Pero desde hace 10 años, algunos enólogos redescubrieron su versatilidad. “Estaba ahí, escondido, esperando que lo tomáramos en serio”, dijo alguna vez el enólogo Gerardo Michelini en una feria.
En conclusión, no es la gran protagonista en las góndolas pero es, sin dudas, una de las uvas blancas con más potencial de identidad en Argentina, tanto en zonas cálidas como frías. Su versatilidad la convierte en un gran recurso para vinos gastronómicos, honestos y con carácter, sobre todo cuando buscamos relucir su elegancia.
¡Chin Chin!