Primera vez en Sudamérica
Una escultura contra las violaciones de guerra: la "Estatua de Paz" llegó a la Feria del Libro
La obra recuerda a las mujeres esclavizadas sexualmente por el Ejército japonés. Ya fue instalada en más de 40 ciudades.
En esta oportunidad, la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires es escenario de un hecho histórico: la exhibición de la Estatua de la Paz, una obra que rinde homenaje a las denominadas “mujeres de consuelo”, víctimas de esclavitud sexual por parte del Ejército Imperial japonés durante la Segunda Guerra Mundial. Se trata de la primera vez que esta escultura se presenta en Sudamérica.
La pieza, realizada por los artistas surcoreanos Kim Seo-Kyung y Kim Eun-Sung, llegó al país en 2022, pero debió esperar más de dos años para ser expuesta. Es una réplica de la original, instalada frente a la Embajada de Japón en Seúl en 2011, con motivo de la protesta número mil que las activistas llevan adelante cada miércoles desde 1992.
“La obra artística, realizada por los artistas surcoreanos Kim Seo-Kyung y Kim Eun-Sung, llegó a la Argentina en 2022, pero tuvo que esperar más de dos años para poder ser exhibida. Se trata de una réplica de la original ‘Estatua de la Paz’ (평화의 소녀상), de los mismos autores: representa a una niña vestida con ropa tradicional coreana, hanbok, con el cabello corto como se estilaba en la época en que fueron raptadas, sentada y mirando fijo a la Embajada. En un hombro, la niña tiene un pájaro que simboliza la paz, y a su lado hay una silla vacía para sentarse junto a ella a reclamar justicia y acompañarla en esta larga lucha”, señala María del Pilar Álvarez, quien ha realizado varias crónicas al respecto.
Aunque ya se conocían investigaciones sobre el sistema de burdeles militares organizados por Japón, fue recién el 14 de agosto de 1991 cuando la surcoreana Hak Soon Kim rompió el silencio y habló públicamente sobre su experiencia. A partir de ese momento se consolidó un movimiento global que excedió las fronteras de Corea: se sumaron organizaciones de Filipinas, China, Taiwán y decenas de ONG japonesas en desacuerdo con la postura oficial de su país.
El relato de Kim fue desgarrador:
“Los soldados me violaron uno tras otro. Me mordí los labios, traté de resistir y escapar, pero me atraparon. Me llevaron arrastrando y me volvieron a violar una y otra vez. Estaba tan horrorizada y desconsolada que no quería decir ni una palabra. Me digo a mí misma todo el tiempo ‘no pienses en eso’. Pero luego, cuando lo hago, no sé qué hacer. (…) Tengo miedo de que no haya nadie que diga la verdad después de que muera”.
Su valentía fue decisiva para que otras sobrevivientes se animaran a hablar. Se estima que entre 200.000 y 400.000 mujeres de países como Corea, China, Taiwán, Indonesia, Filipinas, Vietnam y también de las entonces colonias neerlandesas fueron esclavizadas sexualmente por las fuerzas japonesas. Eran, en su mayoría, adolescentes pobres, muchas veces secuestradas o engañadas con falsas promesas laborales. En los llamados “centros de consuelo”, eran obligadas a recibir hasta 30 soldados por día, sufriendo violaciones, golpes y torturas.
Desde aquella primera escultura en Seúl, ya se han instalado más de 42 réplicas en ciudades como Nueva York, San Francisco, Berlín, Dresde, Canberra, Montreal y recientemente en la isla italiana de Cerdeña. La de Buenos Aires es la primera en territorio sudamericano.