Crisis en la asistencia social infantil
Conin, en su peor momento: sin sueldos ni insumos

Abel Albino rogó ayuda en redes: Conin ya no puede pagar sueldos ni asistir a más de 500 chicos.
Conin, emblema de la lucha contra la desnutrición infantil en Mendoza y referente a nivel nacional por su modelo de atención integral, atraviesa una de las peores crisis desde su fundación hace más de tres décadas. Actualmente, se encuentra al borde del colapso. Desde hace más de dos meses no puede abonar los salarios de sus 61 empleados en relación de dependencia. Como consecuencia directa, quince profesionales altamente capacitados han presentado su renuncia, y desde marzo se vieron obligados a cerrar servicios esenciales como odontología, psicología, kinesiología, fonoaudiología y audiología.
La magnitud del impacto es devastadora: más de 500 niños y niñas, en su mayoría en situación de extrema vulnerabilidad, quedaron sin acceso a atención especializada. Hoy, solo continúan funcionando las áreas de pediatría, nutrición y trabajo social, sostenidas por un equipo reducido y agotado, que opera bajo un esquema de emergencia, priorizando los casos más urgentes desde el punto de vista sanitario o alimentario.
“No hemos podido pagar marzo ni abril. Muchas personas no pueden seguir trabajando con nosotros”, explicó con preocupación Gabriela Sabio, directora asistencial de Conin. La crisis, sin embargo, no estalló de forma repentina. Viene gestándose desde la pandemia, cuando los aportes solidarios comenzaron a disminuir y los montos de las donaciones quedaron congelados.
El propio Abel Albino, fundador y presidente de Conin, grabó un video en redes sociales apelando a la solidaridad. En él, con voz firme pero visiblemente afectado, pidió ayuda a la comunidad: “Trabajamos hace 32 años tratando de quebrar la desnutrición infantil. ¿Nos pueden donar lo que vale medio tanque de nafta o una caja de leche al mes?”. El llamado no es simbólico: responde a una necesidad concreta y urgente.
Hoy, las donaciones cubren apenas el 30% del presupuesto necesario para operar. Antes de la pandemia, Conin funcionaba con previsibilidad gracias al aporte constante de empresas que apadrinaban niños, firmaban convenios con devolución y garantizaban la continuidad de los programas. Esa base sólida desapareció. “Teníamos sustentabilidad. Hoy ya no”, lamentó Sabio. A la pérdida de aportes se sumó la imposibilidad de utilizar la unidad móvil, que recorría distintas zonas para garantizar el acceso a los centros, lo que ha roto aún más el vínculo con las familias más necesitadas.
La fundación advierte que lo que está en juego no es solo la provisión de alimentos o suplementos nutricionales, sino el desarrollo integral de la infancia. “Conin no es solo leche —remarca Sabio—. Trabajamos con equipos interdisciplinarios que atienden al niño en todas sus dimensiones: física, emocional, cognitiva. Y eso se está perdiendo”.
En este contexto crítico, la organización intenta sostenerse a través de campañas solidarias, padrinazgos individuales y empresariales, programas de reciclado y estrategias de marketing con causa. Sin embargo, la falta de aportes mensuales estables impide cualquier proyección a mediano plazo. La continuidad del trabajo depende ahora del compromiso urgente de la sociedad.
Las donaciones pueden realizarse en https://conin.org.ar. Se sugiere un aporte mensual de $6.000, aunque hay opciones para contribuir con $12.000, $18.000 o $30.000, lo que equivale al padrinazgo de un niño. Frente al riesgo de apagarse, Conin insiste en su mensaje: sin apoyo sostenido, no podrán seguir asistiendo a quienes más lo necesitan.