Desde esta tarde
Con antiguos ritos y mucha expectativa comienza el cónclave para elegir al nuevo Papa

Periodista.

Los 133 cardenales se reunirán en la Capilla Sixtina. Habrá cuatro votaciones diarias hasta que uno consiga, al menos, 89 votos. El Vaticano extrema las medidas de seguridad para evitar las temidas filtraciones.
MADRID (Corresponsal) — El cónclave que comenzará este miércoles será muy parecido al de 2013, cuando resultó electo el papa Francisco, porque las reglas son las mismas. El Vaticano asegura que aumentará las medidas de seguridad electrónica para evitar filtraciones, después de una semana cargada de especulaciones y de “campañas” mediáticas.
Este será el cónclave más diverso de la historia por la cantidad de países representados, según el propio Vaticano. De los 133 cardenales, 51 son europeos (17 italianos), 37 son americanos (11 de Estados Unidos, 4 de la Argentina), 23 son de Asia, 18 de África y 4 de Oceanía.
Algo que también sabemos es que el 80% de los cardenales fueron creados por Francisco y esto nos lleva a la primera cuestión de análisis de algunos medios. El Español, por ejemplo, dice que 60 son progresistas, 31 conservadores, 28 no alineados, 9 moderados y 5 tradicionalistas. Si fuera un parlamento, diríamos que los 28 no alineados serán los encargados de inclinar la balanza.
Lo cierto es que, si hay “bandos”, estos se armaron en las reuniones previas, realizadas para que los cardenales se conozcan y expongan sus ideas. Por eso, en teoría, como ocurrió en 2013, el cónclave sería corto (dos días), porque los “preferiti”, o favoritos, ya tendrían nombre y apellido. Algunos de ellos han trascendido a través de los “vaticanistas”.

Entre los “preferidos” destaca el actual secretario de Estado del Vaticano, Pietro Parolin, la “fija”, tal como adelantó Newstad. Pero como dice el refrán, “el que entra papa sale cardenal”. Además de Parolin, hay muchos otros preferiti, como Matteo Zuppi, el “favorito de Francisco”; el “conservador” Peter Erdó, el carismático Luis Antonio Tagle y el estadounidense Robert Prevost, cercano a Francisco, que entusiasma a los vaticanistas argentinos porque tiene nacionalidad peruana. Las casas de apuestas coinciden y agregan al ghanés Peter Turkson, del “ala conservadora”.
Más allá de estas predicciones, cabe recordar el papel del Espíritu Santo, explicado por el cardenal Ratzinger en 1997: “No es que dicte el candidato por el que hay que votar. Probablemente, la única garantía que ofrece es que nosotros no arruinemos las cosas”.
Cada día del cónclave, a partir del miércoles a la tarde, los cardenales abandonarán la Casa Santa Marta, donde se alojan, para ir hasta la Capilla Sixtina, pasando por detrás de la basílica de San Pedro. Son unos 400 metros que harían en bus o caminando.
Una vez en la Capilla Sixtina, con los frescos de Miguel Ángel como testigos, deberán depositar su voto en unas urnas de plata y bronce. Para ser elegido papa, un cardenal necesita al menos dos tercios de los votos. En este caso, 89.
Tal como muestra Conclave, las papeletas, con la leyenda Eligo in Summum Pontificem y el nombre del elegido, se introducen en las urnas. Los tres ceremonieros de la mesa principal verifican los nombres, los leen en voz alta y luego perforan las papeletas para que sean incineradas. De esta manera habrá dos fumatas al día: una al mediodía y otra alrededor de las 19 (hora de Roma) hasta que salga el esperado humo blanco.
Al quemar las papeletas se añaden productos que aseguran que el humo de la chimenea sea negro (no hay papa) o blanco (hay papa). El miércoles hay un solo escrutinio, y el resto de los días cuatro. Si al llegar al 34º escrutinio no hay papa, la elección será por mayoría simple. Ojalá no haya que esperar tanto.