La comunicación del gobierno
¿Pausa táctica o cambio estratégico?

Consultor en Comunicación
En los primeros meses, el presidente Milei mantuvo los mensajes típicos de la campaña. Ahora, al parecer, habría un giro para enfocarse más en la gestión.
Hace poco más de un año, Cristina Fernández de Kirchner publicó el documento Argentina en su tercera crisis de deuda. Un texto de 33 páginas que contenía una feroz crítica al gobierno de Javier Milei, a quien definía como “un showman-economista en la Casa Rosada”.
Al día siguiente, Milei respondió en una entrevista con los periodistas Luis Majul, Esteban Trebucq y Pablo Rossi, asegurando que el modelo propuesto por CFK “es incorrecto y es la base de la decadencia argentina”. Cuando le preguntaron por el calificativo de “showman”, el presidente lo desestimó y agregó: “Quizás los nuevos tiempos requieran de un poco de show también”.
Ese “también” es revelador. No solo porque da cuenta de que Milei entiende el ecosistema digital actual, donde la “espectacularización” y la viralización son claves para dominar la conversación pública, sino que también sugiere que el “show” no es lo central, sino un agregado necesario para ganar relevancia.
Comunicación electoral vs. comunicación de gobierno
Los estudiosos de la comunicación política suelen diferenciar la comunicación electoral de la gubernamental. La primera suele ser más emocional y persuasiva, busca generar adhesión y lealtad, y se enfoca en la promoción de la imagen de un líder. Asimismo, sus enunciados suelen focalizarse en críticas a la oposición o promesas.
En cambio, la comunicación de gobierno se centra en la gestión y difusión de las acciones y políticas públicas de un gobierno en ejercicio, con el objetivo de informar, educar y convencer a la opinión pública sobre la legitimidad y eficacia de sus decisiones, así como también dar cuenta de sus resultados.
En la previa a su asunción como presidente, suscitaba interés cómo harían Milei y su equipo para transformar la campaña en comunicación de gobierno. Sin embargo, en los primeros meses comprobamos que, lejos de modificarlo, el gobierno de La Libertad Avanza mantuvo el tono de campaña: un discurso radicalizado y polarizador, enfocado en remarcar su identidad frente al resto de las fuerzas políticas.
Incluso fue llamativo que, en numerosas ocasiones, cuando requería del acompañamiento de la oposición para llevar adelante proyectos legislativos, el oficialismo no solo no moderaba su discurso, sino que lo escalaba hasta el punto de catalogar a legisladores opositores como “traidores”, “extorsionadores”, “ratas” o “delincuentes”.
Era el primer semestre de su gobierno y Milei contaba aún con el cheque en blanco de la “luna de miel” que le permitía seguir dominando la escena mediática y digital con sus acusaciones y lograr sus cometidos.
¿Un cambio de rumbo?
Sin embargo, todos sabemos que la luna de miel, algún día, termina y en la última semana se han sucedido una serie de episodios que dan cuenta de un cambio en la forma de comunicar del gobierno.
En la última semana el gobierno envió a los ministros Patricia Bullrich y Luis Petri a Bahía Blanca y anunció una ayuda de 200 mil millones de pesos al distrito, marcando una clara diferencia con lo sucedido al inicio de su mandato con el temporal en la misma localidad bonaerense. El miércoles, incluso, el propio Milei se apersonó en Bahía Blanca junto al jefe de Gabinete, Guillermo Francos, y la secretaria general de la Presidencia, Karina Milei.
El interrogante que emerge es si este cambio en la forma de comunicar, alejada del tono electoral que caracterizó su primer año de gobierno, tiene que ver con una pausa táctica hasta obtener la vía libre del Congreso por el acuerdo con el FMI vía DNU, o si responde a un cambio de estrategia por una sociedad que, tras 15 meses, le pide menos show, más gestión y resultados concretos.